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284 BERNARDINO DE ARMELLADA 4. Aunque no me consta que Valeriana Magni de Milán 25 tratara di– rectamente nuestro tema, su pensamiento, inspirado "en las grandes líneas de la tradición agustiniano-bonaventuriana" 2 6, parece concordar plenamente en este punto con la visión franciscana. Su doctrina del conocimiento en la luz divina, identificable con la iluminación (o contuición) bonaventuriana, implica ya una tensión hacia una plenitud beatificante que sólo en la comuni– cación inmediata y libre de Dios trino podrá realizarse. Creo poder deducirlo de ideas que entresaco de su libro De luce mentium et ejus imagine 27 : Si soy "semejanza viviente e imagen (de Dios... es fácil responder a la cuestión) de cuál es la bienaventuranza del alma racional". "Jesucristo es el único que reveló al género humano la naturaleza total de la causa primera... Esta es la Luz, que felizmente contemplada aparecerá como una en esencia y trina en personas... Luz que no se encuentra en los libros de los filósofos ... sino en el corazón de los que, purificando su espíritu, se unen a Cristo Crucificado y por ese contacto divino perciben cuán vivamente y con cuánta suavidad Dios atrae y satisface la inmensa capacidad de nuestra mente" 28 • obiecto plane voluntario ipsi creato intellectui sese libere manifestante omnino pendeat. Quare et eam ob causam supernaturale obiectum dicitur, naturales utique creaturae supergrediens vires, quae ex dictis in antecedentibus conspicua sunt". Ib., n. 44. 25 Valeriano de Milán (t 1661), conocido con el apellido Magni, perteneció a la provincia ca– puchina de Austria-Bohemia. De cultura y elocuencia no común, desarrolló una actividad increíble como consejero e intermediario en las cortes europeas, como defensor de la causa católica frente a los protestantes y como escritor de incontables obras filosóficas, teológicas y apologéticas. (Cf. G. Cygan, Opera Valeriani Magni velut manuscripta tradita aut typis impressa, en CF 42 [1972] 119-178; 309-352). Alguna opinión suya un tanto peregrina fue aprovechada por sus enemigos para una per– secución indigna. 26 Mario da Guspini, La conoscenza di Dio in Valeriana Magni. Possibilitii di una conoscenza intuitiva?, en CF 30 (1960) 297. 27 Valeriani Magni Mediolanensis, Fratris Minoris Capucini, De luce mentium et eyus imagine ex Sanctis Patribus Augustino et Bonaventura. Ad Bartholomaeum Nigrinum virum clarissimum. -Bo– noniae, apud Nicolaum Zanichellium, 1886. Esta edición - que es la empleada aquí - cambia la dedicatoria, que en la primera edición, Roma 1642, era: Ad Franciscum Magnum Liberum Baro– nem, Sacri Romani Imperii Comitem, haereditariumque Dominum Strasnitz, etc. Fratrem suum germa– num. (Cf. G. Cygan, /. c., 150, 165). 28 " ... eiusque me cerno... et viventem similitudinem et imaginem... Neque sine risu excipio quaestionem si qua mihi fiat... Quae sit animae rationalis beatitudo? (o. c., 64). Hanc novam phi- losophiam, non alio duce, quam Iesu Christo, possumus nobis comparare. Is est unus, qui humano generi revelavit primae causae naturam esse unam in essentia et trinam in personis (65)... Lux mi– hi clarior vita mea: Lux mea vita, meum esse, meum gaudium, meum bonum, omne bonum (66)... Confiteor tibi, o Numen mentis, quia te exoptans et quaeritans ex codice multorum philosopho– rum, non te inveni; sed te deprehendi in carde eorum, qui Iesum Christum, sed crucifixum, corde et corpore exprimentes, animam purgarunt ab omni !abe... Sensere illi intimo ac divino intelligibili
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