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414 ISIDORO DE VILLAPADIERNA en el verano de 1529 4 • El 10 de julio de 1579 el primer cronista oficial de la Orden, Mario de Mercato Saraceno, hizo sacar en Ancona dos trasuntos auténticos de los tres primeros documentos pontificios de la reforma: el citado breve-rescripto de la Penitenciaría, la bula Religionis zelus y el breve-rescripto de la misma Penitenciaría del 11 de setiembre de 1528 a favor de cinco observantes de las Marcas quienes seguidamente se agregaron a la reforma capuchina. Un ejemplar de estos trasuntos quedó en el archivo provincial de la provincia Picena, y el otro fue depositado en el archivo general de la Orden, donde actualmente se conserva. Del importante breve Cwn sicut nobis del 29 de abril de 1536, con el que Pablo III confirmaba la elección de Bernardino de Astí a vicario general de la Orden y ponía fin a la rebelión de Ludovico de Fossombrone, se hicieron nada menos que cuatro trasuntos auténticos, pero el original fue a parar a manos del provincial de Piamonte. De la bula confirmatoria Exponi nobis del 25 de agosto de 1536 no se conserva el original sino el trasunto hecho el 22 de octubre de 1537. De los demás documentos pon– tificios de los primeros doce años de la reforma - 25 en total - solo de cinco se conserva el original. Todavía en años posteriores, cuando la curia general se había esta– bilizado, desde octubre de 1536, en el convento de S. Nicolás (luego S. Buenaventura) al pie de Monte Cavallo, donde permanecerá hasta 1631 5 , no parece haber mejorado la suerte del archivo general. Aunque, como hemos visto, se procuró reponer en él los documentos pontificios básicos, en trasuntos auténticos, se desatendió la conservación de otro material precioso: la correspondencia con la curia. En 1536 la reforma capuchina contaba con unos 70 conventos y más de 500 religiosos. Un contacto epistolar de superiores locales, de religiosos privados y de per– sonas afectas con la curia de Roma debió sin duda existir, para informar de los progresos y dificultades, solicitar instrucciones y mantener la uniformidad espiritual y material de la reforma. Cuando en 1565 se comienzan a componer las c11ónicas oficiales para instrucción, sobre todo espiritual, de las nuevas generaciones, la docu– mentación del archivo general parecía limitarse a solo la pontificia, con las lagunas que hemos señalado. El primer cronista, Mario de Mercato Saraceno, que había residido largos años en la curia como definidor y como vicario general, con facilidad por tanto para consultar el archivo, no lo utilizó, al menos sistemáticamente. Lo mismo tenemos que decir de su sucesor en el oficio de cronista, el P. Bernardino de Colpetrazzo, quien también trabajó en Roma por algún tiempo. Ambos se limitaron a escribir sus relaciones o crónicas a base de la tradición oral y de sus propias experiencias, habiendo pertenecido a la primera generación, aun- 4 Cf. Eduardus Alenconiensis, De primordiis Ordinis Fratrum Minorum Capuccínorum, Roma 1921, 77-79. 5 Edoardo d'Alen~on, I1 terzo convento dei cappuccini in Roma. La cliiesa di S. Nicola de l'ortiis, S. Bonaventura, S. Croce dei Lucclzesi. A1emorie, Roma 1908.

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