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432 ISIDORO DE VILLAPADIERNA de Menores del B. Francisco», y, a partir de los breves de abril de 1534, los reformadores son denominados « capucciati », y alguna vez « capuc– cini », nombre éste que se hace oficial e invariable a partir de la bula del 25 de agosto de 1536, aunque en tiempos recientes algunos latinistas de la curia romana prefieran escribir purísticamente « capulati ». De todos modos si, como afirma y prueba el P. Eduardo de Alenc;on 76 , el primitivo y popular nombre de « scappuccini » con el que fueron apodados fray Ludovico de Fossombrone y compañeros, en el lenguaje local de Camerino era sinónimo de « ermitaños », por ser el capucho agudo la prenda tradicional y más llamativa de los eremitas, entonces podemos decir que la denominación « frailes de la vida eremítica » ha perdurado y perdura en nuestro nombre oficial de capuchinos. Es diverso el caso de los descalzos de la custodia del Santo Evangelio en España, anteriores en 30 años a los capuchinos y denominados « Fratres de S. Evangelio » o « Fratrcs de caputio » y popularmente « capuchos », no por la vida eremítica que también ellos llevaban, sino por el capucho piramidal que habían adoptado por creerlo componente auténtico del hábito de S. Francisco. Por último, no creemos necesaria la distinción, un tanto cerebral, de llamar a fray Ludovico de Fossombrone fundador de una congregación eremítica bajo la Regla de S. Francisco y no iniciador de la reforma y congregación capuchinas 77 • El estadio inicial de la reforma capuchina, es decir, aquella eterna tentación de la vida eremítica que encontramos en los comienzos de todas las reformas franciscanas, ya había sido superada por el mismo Ludovico y compañeros, a quienes en el verano de 1529 encontramos residiendo en Roma, dedicados a la predicación y al servicio de los enfermos del hospital de Incurables de S. Giacomo 78 , y después, hacia finales de 1530, encuadrados en la vida regular y normal de con– vento en Santa Eufemia. La bula confirmatoria Exponi nobis del 25 de agosto de 1536 se abstuvo de indicar los nombres de quienes iniciaron la reforma capuchina; a ninguno, de hecho, competía el título de fundador: ni a Mateo de Bascio, ni a Ludovico de Fossombrone, ni a Bernardino de Asti. Mucho tiempo y tinta se han gastado, mucho se ha faltado a la caridad fraterna en tiempos pasados con las polémicas sobre la filiación franciscana de la reforma capuchina y sobre la verdadera forma del hábito de S. Francisco. Las reformas franciscanas no tienen fundadores: su fundador ha sido S. Francisco, cuyo espíritu y forma de vida aquellas han querido resucitar tmione (Brescia 1536) de fray Juan de Fano. Cf. Tribulationes, 54. En el instrumento notarial del 16 de agosto de 1529 para la agregación de los recoletos de Calabria a la reforma de Ludovico de Fossombrone, éste es llamado « vicarius gcncralis Ordinis Minorum de vita eremítica ». En la sentencia inhibitoria del 14 de agosto de 1532 de los cardenales de Monte y della Valle (cf. nota 58) encontramos estas formas: « Ordinis Minorum Con– ventualium de vita eremítica"• « ürdinem eremiticum S. Francisci », « 1 7 ratres de vita erenlitica S. Francisci », y algunas otras variantes. 76 Cf. De primordiis, 51-55. 11 Cf. Th. Graf, Zur Entste!nmg, 100-112. 13 Cf. De primordiis, 87-90.

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