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SAN BUENAVENTURA A NUEVA LUZ 293 l. Una fuente insospechada: Guiberto de Tournai Aparte de la inspiración agustiniana (principalmente en lo relativo a la teoría de la iluminación y del ejemplarismo), anselmiana (el espíritu y método para comprender la fe), y del Pseudo-Dionisio (cuestión más bien de fórmulas tomadas de él que de contenidos), en cuyo estudio aquilata el autor lo ya sabido, aporta nueva luz cuando examina el influjo de un franciscano que hasta no hace mucho yacía casi en el anonimato. Trátase de Guiberto de Tournai que, además de las men– cionadas influencias, filtra sobre Buenaventura las de S. Bernardo, Roberto Grosseteste y otras menores. Este profesor de teología había renunciado a su cargo hacia 1241 pma hacerse franciscano. Buenaventura lo devolvería a su cátedra en 1259, siendo ministro general de la Orden. Se conjetura, además, que Guiberto trabara amistad con Enrique de Gante en Tournai y luego en París, pues los escritos del último rezuman igualmente su influencia. No era Guiberto un pensador original, sino más bien un vulgarizador de altas especulaciones ajenas, que sistematizaba con fines prácticos, pues, además de profesor, ejerció de predicador. Tal característica se refleja en el mismo título de su obra Rudimentum doctrinae, un tratado de educación cristiana cuyo fin se pone en la adquisición de la sabiduría como medio para encontrar a Dios en la creación y conseguir la vida eterna. Hay en ese libro tres capítulos sobre la iluminación y el conoci– miento de Dios que, a juicio de Bé1ubé, abren nuevos horizontes a la inteligencia de pasajes importantes de Buenaventura y Enrique, por ser su hontanar común. « Estos textos de Guiberto - escribe (p. 203s) - se nos presentan como una fuente inmediata, explotada, corregida y a veces copiada casi literalmente por ellos, transponiéndola de un plano moralizante y espiritual a un nivel especulativo y contemplativo ». La presencia de las ideas de Guíberto en Buenaventura se detecta con claridad en temas como el del conocimiento de la verdad, Dios objeto primero del entendimiento y el concepto de luz, cuyas repercusiones en algún capítulo del De scientia Christi y del Itinerarium saltan a la vista. De ese modo se ponen de manifiesto ciertas raíces hasta ahora recónditas de la síntesis bonaventuriana, o al menos el papel de algunos mediadores en una larga cadena de transmisión que se retrotrae de Buenaventura a Grosseteste y de éste a S. Anselmo y de aquí a S. Agustín. La especulación bonaventuriana fue un organismo vivo, con antepasados y descendencia. El caso de Guiberto no era sino el de un eslabón per– dido en la larga « filogénesis » doctrinal de toda una Escuela. Y, como a diferencia de los meros repetidores y epígonos, el genio suele ser siempre creador, transustanciando en su propia síntesis lo que asimila de otros en quienes se apoya para rebasarlos, hallamos en Buenaven– tura siempre algo nuevo y superior como resultado. Es lo que en el

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