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298 GERMÁN ZAMORA philosophiae (1272). Con ellas querría el ministro general inmunizar a su auditorio de estudiantes franciscanos de París contra las ideas de Baoón. La cuerda se habría roto una vez más por su parte más floja, y Baoón habría sufrido las consecuencias ingratas que la historia registra. La explicación es, a lo más, suasoria, pero no definitiva. Los actos y expresiones de los personajes en el drama baconiano - Clemente IV, Buenaventura y su sucesor en el generalato Jerónimo de Ascoli - continúan envueltos en un aura sibilina, pese a lo mucho que nos gustaría poder vislumbrar hasta el fondo en este capítulo de la pre– historia de la ciencia moderna. En cuanto a la vertiente teológica de la cuestión, es claro que la intuición baconiana no podría ser consistente sino al precio de un concepto de teología vago hasta rayar en la ambigüedad. 4. Afinidades electivas La descendencia espiritual de S. Buenaventura forma, en sentido amplio, una larga sucesi,ón que va desde su magisterio en vida hasta nuestros días. A ella hacernos pertenecer a discípulos, imitadores y admiradores; a quienes lo declararon su « maestro oficial » y a los actuales estudiosos de su pensamiento. De unos y otros queda huella más o menos honda y precisa en las páginas de estas « Mélanges » bonaventurianas del P. Bérubé, que entabla diálogo crítico con la obra de los principales. Como en los apartados anteriores, también ahora confirma, rectifica o abre nuevas perspectivas, según los casos. Durante mucho tiempo ha pasado Mateo de Aquasparta por ser el testigo e intérprete más cualificado del pensamiento del Doctor Seráfico. Hoy lo vemos depuesto de ese rango, siendo considerado, en parte, como tergiversador de su doctrina en provecho de la propia. Su teoría de la iluminación, por ejemplo, no representaría sino una revisión personal de la doctrina de Buenaventura al final de veinte años de controversias. Entre las correcciones que introduce se cuenta la de hacer de Dios no el primer (objeto) conocido del entendimiento, sino sólo su primer cognoscible. Esta deformación provocó ya en su tiempo la viva protesta de Rogerio Marston, que denunciaba en la tesis de Mateo una traición a la enseñanza agustiniana, continuada por S. Buenaventura. Pedro Juan Olivi tampoco se mantuvo impasible ante el desvia– cionismo doctrinal de Aquasparta, sino que lo englobó en su crítica contra las varias interpretaciones dadas al pensamiento de S. Agustín. Pero Olivi supera la línea bonaventuriana en sus reparos al argumento ontológico, inválido por pecar, en su opinión, de excesivo realismo. Se mantiene, sin embargo, en dicha línea cuando realza el dinamismo de la inteligencia frente a su objeto en armonía con la inteligibilidad

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