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EMANCIPACION DE PASAJES DE SAN JUAN '.313 vinos preceptos con empeño en todos los individuos de tu pueblo. Así te mantendrás en esa gloriosa libertad en que te ha puesto la misericordia del Altísimo. Pues, como afirma el doctor profano Tito Livio, nulla res vehementius rem publicam continet quam fideles (86). Ninguna muralla ha,y tan fuerte, tan firme y tan segura para de– fender a una república como la fidelidad en la observancia de la ley divina; advirtiendo que de lo contrario, esto es, de la inobser 0 vancia de los divinos mandamientos, del quebrantamiento de los preceptos divinos, te hallarás en otra sujeción más amarga y más penosa, que es la esclavitud triste de la culpa, que, entre las suje– ciones, es la más cruel y dura. Qui facit peccatum, servus est peccati, dice la misma majestad de Jesucristo (87). Esta es la sujeción que más debes temer. Y te acometerá para encadenarte en ella otro enemigo oculto, otro cruel contrario que suele estar .escondido en el centro de nuestros pechos. Este es el pecado a que continuamente incita la carne, el mundo y el demonio. Pero si eres de veras a Dios agradecido, El te dará fáciles armas para vencerlos esforzado, huyendo i:tsí la horrible sujeción del de– monio en el pecado y gozando alegre la paz y libertad de Je- 1241 sucristo. Que si a Dios no tenemos ofendido, no hay que temer ni los ardiles del demonio, ni los combates y batallas del mundo, ni de nuestra propia carne los desenfrenados apetitos, pues de todas las batallas, tentaciones y peligros nos sacará el auxilio di– vino triunfantes y victoriosos. Y así será perfecta y segura la li– bertad de tu triunfo con sólo seguir agradecido el camino de la virtud que así granjea la divina misericordia, y huir del vicio y el pecado, con que se huye de la indignación divina. Y pues a San Juan Bautista, tu patrono, debes el mirarte ya pueblo perfecto, porque su favor te ha conseguido este tan distin– guido beneficio, acude a este tu patrono en todo tu gobierno y en él hallarás, para tu vara y para su dirección recta, la justicia. Dice David y parece que lo dice a este tu pueblo, que el Señor mandó que se estableciese la paz en su república,: quoniam loquetur pacem in plebem suam (88). Y para plantar esta paz ¿qué hizo? Dispuso que la justicia apareciese en aquel pueblo delante de la ma,jestad de Dios soberano: iustitia ante eum ambulabit (89). Entra Hugo cardenal a explicar a quién simbolizaba en el sagrado texto la jus– ticia que ha, de aparecer en el mundo delante de la ma.jestad di- (86) Lib. 3. Sospecho que el predicador ha padecido una, distracclón; quiere referirse, a, Cicerón, Off. 2, 84, donde escribe: «Nec enim ulla, res vehe– mentius rem publicam continet quam fides». La, errata fina,! en el texto del sermón está denunciada, por la traducción, fidelidad. (87) Jn 8, 34. (88) Sa,I 84, 9. (89) Sal 84, 14.
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