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306 P. ANSELMO DE LEGARDA Pero ¿quién será ese pueblo del vaticino de David tan ven– turoso? Y ¿qué virtud es esa que le franquea el cielo para su paz, para su defensa, para su amparo, para su triunfo? Si notamos con atención al sagrado texto, la virtud de Dios ya se sabe que es San Juan, nuestro patrono; virtud y poder del mismo Jesucristo que en sus manos se mira con asombro: Manus Domini erat cum illo; aquella virtud y poder de Jesucristo que nos deja dicho el evangelista amado que consiguió aquella salud, aquella libertad y aquel prodigioso triunfo: nunc facta est salus, et virtus Dei, et potestas Christi eius (60). Con que siendo esta virtud de San Juan la que ampara, la que defiende a este su amado pueblo, éste es sin duda el convidado del profeta a dar hoy gracias al Altísimo, pues éste es el que hoy se mira armado de la virtud del cielo y, después de un penoso litigio, en prodigiosa paz triunfante y vic– torioso, lleno de las bendiciones del empíreo. Este es el convidado a dar gracias al Altísimo porque le asistió con tan poderosa virtud en el empeño, siendo empeño de San Juan sacarlo siempre triun– fante con su poderoso patrocinio. Lo notaréis en el mismo salmo en que declara el profeta nues– tro pensamiento. Prosigue David y nos dice que vio con su vista profética a la voz de Dios que patrocinaba y defendía con empeño a las a.guas; y no a las aguas como quiera, sino a las muchas aguas, que son sin duda las aguas del mar: vox Domini super aquas, vox Domini super aquas multas (61). Aún dice más: que esta voz de Dios, para defender esas a.guas tan copiosas, se miraba armada de virtud divina: vox Domini in virtute (62). Esta voz de Dios pa– trona de las aguas ya saben todos que es San Juan Bautista, como él mismo claramente lo declara: ego vox clamantis in deserto (63). Las aguas son símbolo de un pueblo patrocinado sin duda de esa voz. Aquae multae, popull C64l, dice el ángel en sus visiones a San Juan; y con la singularidad más propia simbolizan esas aguas a este pueblo venturoso, sobre las muchas aguas de la mar situado y de San Juan Bautista, como voz de Dios, poderosamente patro– cinado, amparado y defendido. Por eso sin duda asegura el profeta santo que esta voz divina en defensa de estas aguas estaba osten– tando magnificencia para colmar con ella a este su patrocinado pueblo de las más !171 divinas gracias: vox Domini in magnifi– centia (65). Para que entienda todo el universo que, estando esta (60) Ap 12, 10. (61) Sal 28, 3. (62) Sal 28. 4. (63) Jn 1, 23. (64) Ap 17, 15. (65) Sal 24, 4.

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