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EMANCIPACION DE PASAJES DE SAN JUAN 303 Es verdad que con el triunfo se consigue la libertad del pueblo, pero también es cierto que de esta libertad se sigue al pueblo la salud más prodigiosa; porque en la sujeción que toleraba, padecía una enfermedad amarga y muy penosa que, por la debilidad de fuerzaB, no podía sacudirla, sufriendo así el dolor de tanta pena. Aquí me viene al asunto aquel caBo que ocurrió a Pompeyo y lo refiere por extenso el docto historiador Gabriel Inchino (?). An– dando este héroe famoso en sus conquistas con su valeroso ejér– cito, llegó, entre otras, a una ciudad bien murada con deseo de tomarla por fuerza. Púsole el cerco intimando con su fuerza a los sitiados para que se rindiesen por no poder resistir a su poder soberbio. Pero el gobernador de la ciudad, que era esforzado y valeroso, resistía con valentía a toda la violencia de su cerco, no queriendo entregar la ciudad que estaba a su cargo y él con ánimo de defenderla con empeño. Pero sabiendo Pompeyo que los sol– dados de la guarnición estaban flacos, débiles y enfermos, embis– tió con valentía y, al primer asalto, le fue fácil conquistarla: prop– ter debilitatem militum portas urbis et munitiones pariter occupa– verunt (50). De esta historia se infiere en claro discurso que la debilidad de fuerzas es enfermedad penosa, pues por ella se pierde la li– bertad que es do :J.or que al que lo tolera, le causa la más amarga pena, y el recobrar esta libertad perdida se explica bien con nom– bre de salud, porque, conseguido el triunfo de salir de sujeción con el auxilio divino, se mira todo el pueblo sano de la sujeción, que es accidente tan penoso. Diga, pues, hoy con razón este pueblo agradecido que hoy es el día en que consiguió la libertad de la salud: nunc facta est salus. Y alégrese por eso en los más plau– sibles regocijos, dando gracias al Altísimo por el triunfo: propterea laetamini. Pues nadie puede dudar que este es el pueblo a quien convida el cielo a rebosar tan expresivo regocijo, al ver que hoy logra la libertad de la salud, o la más, deseada salud de la, libertad en el favor del cielo y en tan prodigioso triunfo. Pero ¿qué mucho se mire alegre y victorioso si tiene en su auxilio todo el poderoso amparo de su patrono? ¿Qué hay que admirar se mire, gozoso y triunfante en su conflicto, si tiene a San Juan Bautista por abogado, si lo venera amante en ese trono como a protector invicto que con empe- 1141 ño lo ha amparado, lo ha defendido, lo ha patrocinado en el litigio, dejando a este pueblo libre con su empeño, para el que se armó San Juan con la va– lentía del poder divino? Pero notemos con atención lo que afirma San Juan en el sa- (50) De concord. mundi, P. 4, párrafo 2.

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