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300 P. ANSELMO DE LEGARDA más expresivas? De donde, sin salir del Evangelio, sin saber cómo, me hallo en el asunto de estos regocijados cultos de agradeci– miento, y es el gozo justo de este pueblo que rinde las más expre– sivas gracias al Altísimo como autor principal del beneficio reci– bido de mirar, por intercesión de San Juan Bautista, libertada a su 1101 república. Y por eso agradece a Dios esta república la li– bertad que, por intercesión de su patrono, goza. Refiere Lilio Giraldo, en las antigüedades de los cultos de la gentil Roma, que en esta famosa república celebraban un solem– nísima acción de gracias por el singular beneficio de la libertad conseguida. Atribuían este beneficio al favor de una deidad que veneraban como a protectora de la república romana, y a ésta le consagraban esta fiesta con la mayor alegría. A Romanis sacra facta fuisse libertati salutis (41l. Pero advierte que esta, acción de gracias no la celebraban mientras duraban los males de la guerra, sino cuando se miraba la república en el sosiego de la paz segura y cuando ya estaba sin sobresalto la patria. In continentibus malis, maxime intestinis, non celebrabant, dice el mismo. Pero callen hoy los ritos de la, gentil Roma a vista de los cultos de agradecimiento que hoy consagra esta república cristiana que, con mejor acuerdo que la otra, dispuso este plausible hacimiento de gracias, por el beneficio de su libertad conseguida, cuando ya mira a su pueblo en la paz más sosegada. Había estado antes alterada la república con litigio, con so– bresalto, con prolija guerra, pero hoy, en paz, en quietud, en su libertad deseada. Antes, en sujeción que causaba a este pueblo nueva pena; ahora, en seguridad, en sosiego con la mayor alegría. Antes, en alteraciones y dudas congojosas; ahora, en seguridades y quietudes extrañas. Y si los romanos consagraban los cultos de agradecimiento a su deidad fabulosa, porque la contemplaban protectora de su re– pública, la M. N. y L. villa del Pasa,je, con todo su pueblo, rinde su hacimiento de gracias al Dios verdadero que, por el favor de San Juan Bautista, su patrono, los ha sacado triunfantes del empeño, siendo, como su protector invicto, la causa de su triunfo y de su gozo. Oyó San Juan en las visiones de Patmos un prodigio, oyó una misteriosa voz que daba el cielo, convidando a los vecinos de un pueblo a los más extraordinarios regocijos: Audivi vocem magnam de caelo dicentem: Propterea laetamini, qui habitatis in eis (42l. Pero ¿no sabremos la causa por que ahora convida el cielo a tan (41) Cap 14 Antiq., apud Roser. (42) Ap 12, 10. 12.

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