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EMANCIPACION DE PASAJES DE SAN JUAN 299 y su pueblo les causó un placer tan excesivo que por eso alegres entonaron aquellos cánticos de gradecimiento: tune cecinit Moy– ses, etc. Los que copiados hoy por este pueblo dichoso, hacen que sean muy regocijados estos cultos. Y la majestad de Cristo sacra– mentado en ese trono ostenta toda la alegría de los cielos en esa prenda divina, de todas las maravillas de la gloria, para que hoy se vea en el último cumplimiento de sus gozos. Pero entre todos estos regocijos es muy digno de aten- 191 ción el de aquellos vecinos del pueblo de San Juan, que con tanta ex– presión insinúa el Evangelio: et audierunt vicini et congratula– bantur. ¿Qué es lo que oyeron aquellos vecinos que así los llena de tan extraños gozos? Que San Juan venía a libertar a aquel pueblo. Dijo el ángel a Zacarías, al anunciarle el nacimiento de San Juan, que con su virtud uniría, los corazones de muchos para disponer y ordenar para Dios un pueblo perfecto que en su libertad sería afortunado: ipso praecedet in virtute, parare Domino ple– bem perfectam (40l. Pues nadie duda que es imperfecto el pueblo que está sujeto a otro en su gobierno, y al oír esta perfección de su amada libertad que por medio de San Juan se prometía a su república, por esto manifiestan alegría tan extraña: et audie– runt vicini et congratulabantur. Sin duda, señores, que en este alegre y regocijado pueblo nació en este día San Juan Bautista en sus prodigios o, a lo menos, renació en todos los corazones de sus vecinos aquel antiguo gozo de los vecinos de su pueblo, pues a todos los miró tan alegres y expresivos en demostraciones de agradecimiento. Pero nadie tiene que admirarlos, pues los impele hoy semejante motivo para su gozo de que hoy alegres rinden gracias al Altísimo. Porque hoy llegó a este pueblo el tiempo de un parto felicísimo que, después de más de tres años de concepto, al cabo miró el pueblo un feto Csicl tan glorioso que llenó de gozo no sólo a los naturales, sino tam– bién a los vecinos que alegres han concurrido a congratular a este pueblo dichoso. Aunque todos lo entienden, quiero decirlo más claro: llegó a este pueblo, después de un litigio penoso y dilatado, la sentencia favorable de su libertad. Y ésta es la que llenó de contento a na– turales y vecinos, pues todos oyeron que, por el amparo de su patrono, se formó de esta república un pueblo perfecto con juris– dicción ordinaria en su vara propia de justicia: audierunt vicini, plebem perfectam. Pues ¿qué mucho, si San Juan Bautista así los perfecciona y como su patrono los ampara, defiende y patro– cina, que rindan hoy a Dios y a su abogado San Juan las gracias (40) Le 1, 17.

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