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EMANCIPACION DE PASAJES DE SAN JUAN 295 Pero después, a impulsos de aquella vara que en manos de su capitán Moisés puso la omnipotencia divina, con las luces que les dio aquella columna misteriosa y con el esfuerzo del maná que los alentaba, recobraron la libertad perdida. Así tú, pueblo, dichoso, que gemías como Israel estar sujeto a otro dominio, ¿no gozas hoy alegre y regocijado verte como el otro, a impulsos de otra vara, en la libertad más deseada? Pudiéndosete aplicar lo que aplicó el Crisóstomo a otro semejante asunto: Cordi grato libera donatio non videtur donum, sed restitutio (22). Pero ¿de qué modo, has logrado tanta dicha? ¿Cómo te miras hoy libre en tanta gloria? ¿Cómo? Del mismo modo que aquel antiguo pueblo de la divina Majestad favorecido. Pues, lo pri– mero, tienes ya en tus manos esa vara que ya ve el mundo todo es de tu libertad segura insignia, como lo fue la de Moisés con sus extrañas maravillas. Esta vara es señal de la libertad de tu pueblo, como la de 151 Moisés lo fue del suyo. Lo segundo, te dio por guía segura en el empeño otra columna de luz maravillosa, que en el camino de tu libertad te armó de fortaleza, pues te dio por pa,trono, defensor de tu causa a San Juan Bautista que, como columna de luz te ha guiado en tan difícil em– presa: ille erat lucerna lucens et ardens (2.3); dice de nuestro pa– trono San Juan la majestad de Cristo que es columna de luz ma– ravillosa y de ardor de imponderable, fortaleza. Así San Juan Bautista te dio luz y también ardor para el empeño, pues con ardor imponderable y con empeño indecible, no perdonando fatigas ni caudales, han seguido el camino de su libertad tus pasajeros tan constantes que no han parado hasta conseguir, como el otro pue– blo, ver a su vara dividir las aguas y tomar, como él, posesión de sus riberas secas, siendo San Juan el Moisés que con su vara supo dividirlas: Eleva virgam, etc. Porque, si fue Moisés vice-Dios para con su vara obrar prodigios, nuestro, patrono San Juan Bautista es voz de Dios para con la suya hacer en este su pueblo portentos. Lo tercero, y para que nada falte en el asunto, hoy también eres de Dios favorecido con este maná, alimento divino de los cielos, con ese pan que, mejor que al pueblo antiguo, te arma de imponderable fortaleza para seguir esforzado el camino de la li– bertad conseguida. Que por eso ese misterios de misterios se llama no sólo pan del cielo, no sólo alimento de la gloria, sino también pan de fuertes, porque al que dignamente lo recibe, lo arma de tan invicta fortaleza que lo saca victorioso en todas sus batallas. Eucharistia dat magnam fortitudinem contra adversarios, dice Sil– veira (24); es fortísimo escudo, que el que se arma con él, sale (22) Viller., t. 5. (23) Jn 5, 35. (24) Tom. 1, Apoc., f. 172.
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