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DELACIÚN AL SANTO OFICIO POR EL B. DIEGO J. DE CÁDIZ 97 de la extinción en el que, en virtud de santa obediencia, se impone silencio a todas y cada una de las personas eclesiásticas, así seculares como regulares, y se les manda que no se atrevan a hablar ni escribir en favor ni en contra de esta extinción ni de sus causas y motivos. Así se explica el silencio patente de los contemporáneos, quebrantado por Normante. El profesor se ha apoyado en Genovesi y los censores dedican varias páginas a refutarlo, como lo refutan después por aplicación indebida de otros textos o hechos impertinentes, o por el falso concepto de regulares. Así llegan al folio 1159. Las palabras del Señor ante Anás o Pilato, las de San Pablo en su apelación al César dan pie a un derroche de erudición de los censores, que acaban recomendando a Normante que no trate de materias que no entiende (ff. 1162-1168). Siguen numerosas re– ferencias a la intervención de emperadores en concilios y en otras ma• nifestaciones de la vida de la Iglesia. Pasan en el folio 1181 a discutir las leyes de nuestros monarcas sobre disciplina eclesiástica, leyes que, a juicio de los censores, nada tienen que ver con la proposición de Normante. En el folio 1192 vuelven los censores a recriminar a Normante porque cita varios autores prohibidos con notas gravísimas en el Expurgatorio impreso en Madrid en 1790: « Siempre nos recelamos que la doctrina de este escrito era producción de autor instruido y versado en libros prohibidos ». Normante rebatía a los nueve calificadores acarreando autores y más autores, trabajo inútil a juicio de los tres nuevos censores. Y a mayor abundamiento, en el folio 1207 acumulan denuestos de la doctrina del profesor: no hallan en el párrafo 243 sino una tergiversación tras otra, unas citas que no prueban el asunto que se propone. Se preguntan si aquella doctrina no será piedra de ofens1ón y escándalo a la Iglesia, si no será el origen y fomento del cisma de Inglaterra. « ¿ Diremos que ella sola ha expelido de los monasterios a los religiosos y religiosas en Alemania ? ¿ Diremos que esta misma es causa de las turbaciones actuales de la Francia?». Antes de concluir esta proposición emiten su dictamen los tres censores refiriéndose a las consideraciones últimas del delatado: « Vemos que las sujeta con la mayor sumisión a la sabia penetración y justifica– ción del Santo Tribunal. Así lo dice y nosotros no lo dudamos, aunque creemos que está muy lejos de pensar y persuadirse de que la razón no está de su parte. No obstante que creemos esto, debe aprovecharse esta protesta y sumisión para lo que respecta a su persona, si persevera en estos ánimos; pero no aprovecha para sanar su doctrina ni su explica– ción que, por muchos títulos, merecen la más severa proscripción y condenadón » (f. 1248). Proposición del lujo Al copiar los párrafos 284-287 topan los censores cort un lamento de Normante: « Hemos llegado [a la doctrina del lujo] cuando está 7

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