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DELACIÓN AL SANTO OFICIO POR EL B. DIEGO J. DE CÁDIZ 91 mutuo se dé al rico para amplificar sus fortunas; empieza Vix pervenit ». Antes hemos comprobado que Normante conocía la constitución o encíclica, como él la denomina, y se apoyaba en ella para sustentar su proposición. Los censores no leyeron esa parte de la defensa. Parten los tres de esos supuestos falsos para endilgarle una áspera reprensión: « Por lo que atribuimos la doctrina de sus cuadernos en esta parte al estudio y lectura de libros pseudopolíticos que o se de– sentienden de los textos de la Sagrada Escritura y máximas de nuestra religión católica, o no están escritos con la subordinación que deben al santo Evangelio y leyes eclesiásticas. En semejantes fuentes de impiedad ha podido beber el veneno que propina en sus cuadernos; y el estudio de semejantes autores lo ha podido precipitar incautamente en el error que enseña de la licitud de la usura» (f. 952). Y vuelven a citar a Jacquier para manifestar que con sola la luz natural vieron y reprobaron la malicia de la usura filósofos antiguos como Platón, Aristóteles, Catón, Cicerón, Séneca, Plutarco y otros muchísimos. Réplica a la Respuesta de Normante Después de hablar del papel con los fundamentos de los calificadores, pasan a los primeros pliegos de la respuesta dada por Normante (f. 753), con las protestas y reservas expresadas en el pedimento que la acompaña. Unánimemente juzgan que no satisface a los fundamentos y doctrina de los calificadores, « antes bien descubre más en semejante respuesta el espíritu de arrogancia y presunción que le anima, su avilantez y temeridad y cuán lejos está de la sumisión, respeto y humildad que se deben al Santo Tribunal de la Inquisición y a sus ministros, por lo que la juzgamos y calificamos de presuntuosa, temeraria, escandalosa, piarum aurium offensiva, injuriosa al denunciador, a los censores y al mismo Santo Tribunal, como se verá por las reflexiones que habemos hecho sobre algunas partes de ella». Aunque la primera proposición se refiere a los fayores del celibato y no al mismo celibato, los tres nuevos calificadores échanla de zahoríes y descubren ocultas intenciones: la doctrina de Normante quiere inspirar instrucciones para quitar el celibato enteramente; será más feliz la monarquía que adopte el sistema de Lutero y sus sectarios y mande que todos se casen suprimiendo enteramente el celibato. Y llenan varios folios con las pretensiones de políticos e incrédulos y la historia del celibato desde los griegos y romanos. Rechazan (f. 959) las autoridades alegadas por Normante: Macanaz, Navarrete y otros políticos. Confor– mándose en la censura y dictamen en cuanto a todas sus partes, firmen su escrito en Zaragoza el 4 de mayo de 1789. Ampliación de la censura Por la misma razón de antes, no cabe duela que de manuscribir los folios 961-1047 se encargó el primer firmante, Fr. Tomás Domingo. Co-

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