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DELACIÓN AL SANTO OFICIO POR EL B. DIEGO J. DE CÁDIZ 75 Replica Normante asegurando desabridamente que el señor Melon y él tienen más lógica y más conocimiento de la lengua de lo que creen los censores. Miran con respeto las declamaciones que se oigan pronunciadas en el púlpito contra el « objeto » del lujo. « El lujo, en la definición de Melon, como hemos visto, es una suntuosidad extraordinaria proporcio– nada por las riquezas, es un gasto costoso o no común en objetos de lucimiento; y este gasto, según las cosas a que se concreta, y según otras muchas circunstancias a que se debe atender, puede ser virtud y puede ser vicio, puede ser magnificencia y puede ser vana profusión criminal, puede ser torpe y puede ser laudable» (f. 904). Da a los censores una explicación de géneros y diferencias lógicas, insiste en su veneración de la cátedra del Espíritu Santo, recuerda los distintos grados y jerarquías en las ·virtudes. Del episodio de Marta y María no se sigue que son malos los actos de la vida activa (f. 906). La caridad va descrita en San Pablo y en el capítulo 25 de San Mateo: en esas obras de caridad pueden emplear sus caudales, o en edificar una iglesia magnífica. Cínicos y estoicos se declararon contra el lujo, y su doctrina « ha tenido buen cuidado de aprovechar y de exornar para su horrible intento de subvertir las clases de los Estados el impío malvado Juan Jacobo Rousseau en sus dos Discursos, sobre los Fundamentos de la desigualdad, etc., y sobre el Pacto social, según lo han hecho conocer muchos filósofos y también teólogos verdaderamente sabios» (f. 911). En el artículo V (f. 914) se responde a otro de los argumentos de los censores relativos a la definición o idea general del lujo. El artículo VI (f. 922) « se refiere a la definición que aplican al lujo los censores, la cual se puede mirar como otro de los argumentos que hacen para combatir la definición dada por el señor Melon y por mí; se manifiesta ser mera– mente arbitraria, infundada e inadmisible enteramente, al menos para lo que la traen, dicha definición de los censores. Y de este hecho de cambiar, como cambian, la idea del lujo, se infiere y se hace ver, entre otras cosas, que todo lo que traen y hacinan después hasta la conclusión de la censura del capítulo IX, es inútil y absolutamente fuera de propósito ». Los censores parten de la definición del Diccionario de la Lengua Castellana: « Lujo es exceso o demasía en la pompa o regalo ». Y sostienen que « esta misma idea del lujo han formado todos los filósofos de la antigüedad, todos los Padres de la Iglesia y todos los maestros de la moral cristiana, los cuales han mirado siempre al lujo no como un vicio solitario, sino como un pecado a quien acompaña de ordinario una tropa de vicios» (f. 924). El juicio de esta definición queda estampado antes, en el título de este artículo. Varios folios se dedican a continuación a negar el sentido atribuido por los censores a ciertos lugares patrísticos, griegos y latinos. Olvidan los censores que en Economía y otras ciencias las palabras tienen sus acepciones peculiares. Agrega una larga disquisi– ción sobre las palabras empleadas por el diccionario académico en la definición de lujo (f. 932). Expone la doctrina de Santo Tomás sobre el uso de las riquezas (f. 934). Explica qué se entiende por lujo en el abate Condillac opuesto a los censores (f. 948), y en David Hume (f. 956), y en el barón de Bielfeld (f. 959), y en el piadoso párroco de Módena, Luis

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