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ANGELA MARGARITA SERAFINA 69 maba con urgencia la devolución de un préstamo, se propasó a pro– ponerle una moratoria en el pago si ella condescendía con su pa– sión. Angela rechazó indignada semejante recurso para remediar su situación apurada. El acreedor se vengó cursando la citación a jui– cio. Ella tuvo que recurrir a la caridad de un buen sacerdote, con quien trataba las cosas del espíritu, para reunir la cantidad exigida. Serafí seguía impenitente. Reconocía la superioridad de su mu– jer, veía en ella una santa; pero esto mismo le hacía vivir una trage– dia íntima que, a veces, se manifestaba en reacciones violentas. Por dos veces estuvo a punto de matarla. - Mujer - le dijo al tratar de hundirle el puñal la primera vez- estoy muy cansado de la vida que los dos llevamos, tan desi– gual: ni yo soy para vos ni vos sois para mí. En Manresa. La viuda extática Por enero de 1582 la familia Serafí se trasladó a Manresa. ¿Fue una nueva truhanería del sastre, enfermo y adeudado, para vivir a costa de la parentela de su mujer, como insinúa el antiguo biógra– fo, o fue más bien iniciativa de Angela, en la esperanza de que las cosas mejorasen en un ambiente más favorable? No se sabe. En Manresa alquilaron una habitación en la calle del Borne, donde Serafí abrió sastrería, y donde acabó sus días el 15 de sep– tiembre del mismo año, a los 36 años de edad aún no cumplidos. Angela tuvo el consuelo de verlo sinceramente arrepentido y de dis– ponerlo a bien morir. Al referir más tarde a su confidente sor Isa– bel Astorch lo que le tocó pasar en los años de casada, le dijo: - ¡Dios se lo perdone a aquella buena alma de Serafí, que tanto me hizo padecer! En octubre siguiente moría también la pequeña Angela Francis– ca, de veinte meses. Quedaba Bárbara, que acababa de cumplir seis años. Matías Prat, el padre, morirá en 1584 de edad de sesenta años; Eufrasina, la madrastra, había fallecido dos años antes. Angela, en medio de las estrecheces de una viudez sin recursos, debió de experimentar una íntima sensación de liberación. Aquellos ocho años escasos de matrimonio la habían habituado a poner su

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