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ANGELA MARGARITA SERAFINA 67 tación; en su hablar muy concisa, ahorrando palabras; en el andar, grave y modesta». La misma ingenuidad lugareña de la muchacha, ignorante de sus encantos, y aquel misterio que emanaba de su persona por el hábito de mirar la vida a la luz de su propia experiencia espiritual, siempre en progreso, acicateaba la apetencia de cortejadores y lechuguinos, que la acosaban. Y se vio en lances serios, en los que supo zafarse con garbo. La experiencia purificadora de un casamiento nunca deseado Años hacía que el amor de Angela se había orientado hacia el Esposo virginal: soñaba con ser religiosa. Comenzó a visitar a sor Angela Ricart, su madrina de bautismo, que había profesado como clarisa en el convento de Santa María de Jerusalén; pero, al saberlo su dueña, se lo prohibió. No es difícil adivinar el motivo por el que el matrimonio Molins se oponía a una posible vocación religiosa de la utilísima sirvienta: puesto que había que dotarla, era preferible cumplir este deber prepa– rándole un casamiento a su nivel antes que correr con la dote monás– tica, siempre más elevada. Los años pasaban y Angela estaba a la espera. Contaba treinta y un años cumplidos cuando se halló prometi– da en matrimonio a un tal Francisco Serafí, barcelonés, sastre de oficio. Todo había sido preparado por los amos con la conformidad del padre y de la madrastra. La boda se celebró en la parroquia de Santa María del Mar el 15 de mayo de 1575. En adelante se la conocería con el nombre de Angela Serafina, según el uso catalán de entonces de que la mujer tomara el apellido del marido, en este caso con la desinencia femenina. - Fui contra mi voluntad a este casamiento - confirió, ya fundadora, a sor Isabel Astorch. Serafí era cuatro años más joven que ella. Cuando esto sucede, la mujer tiende muy fácilmente a tomar un aire maternal, que pue– de exasperar al marido. Había, además, entre ambos un contraste infranqueable temperamental y, sobre todo, moral y espiritual. Apenas iniciada la convivencia, cayó en la cuenta Angela del calvario que le esperaba al lado de aquel hombre. Su primer vicio
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