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60 «.. .el Señor me dio hermanos» años con él, afirma que «sabía leer un poco»), hablaba de Dios mejor que el mejor teólogo. El mismo obispo de Ascoli, cardenal Berne– rio, teólogo eminente, irá a él cuando no sabía resolver una dificultad. Un día, presente casualmente en una reunión de teólogos, se le rogó dar la lección. Obligado por la obediencia, lo hará, hablan– do con tanta fe y tanta competencia que los estudiantes se pregunta– rán si san Buenaventura no se habría escondido en las apariencias del humilde hermano. La señora Europa Canti atestiguará: «En cierta ocasión me explicó la Secuencia de la misa de difuntos con tanta devoción y claridad como si fuera literato». Austero y humano Fue perfecto en la obediencia. Son innumerables los hechos que lo demuestran. Entre otros veamos uno, quizás el más curioso. Sólo existía dos modos para hacerse con su manto, instrumento entreteji– do de prodigios incontables, o la orden directa del superior o una pequeña estratagema. Era resabido que en la celda no se lo ponía jamás, y los religiosos, que querían adueñárselo, pedían al padre guardián llamara a fray Serafín. El salía siempre con tanta presteza que no se paraba siquiera a endosarse el manto. ¡Facilísimo, así, podérselo llevar! No existe ninguna sombra sobre su castidad. No es de creer, sin embargo, que le fueran ahorradas las tentaciones. Fue una con– quista penosa. A sus confidentes les reveló que pasaba las noches en la iglesia porque en la celda se sentía terriblemente tentado. Aun en avanzada vejez se le oyó gritar durante el reposo: «¡Ah traidor, fuera, que no te consiento!» . Conseguido un perfecto dominio de los sentidos «con modestia y suavidad angélicas conversaba con mu– jeres, por lo que, con familiaridad, las jóvenes doncellas corrían todas a él, con tanta sumisión y devoción, como si hubiera sido tanto y más que su madre carnal». Pobrísimo, una sola vez y por obediencia, vestirá un hábito nuevo ; y con él hará un paseo por la ciudad, diciendo humilde– mente que también él debe «dejar los harapos, porque es el momen– to de hacer un poco el señor». Mas, apenas le fue posible, retornará

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