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SERAFIN DE MONTEGRANARO 59 Fray Angel obedeció, pero hasta en el mismo lecho le pareció escuchar aún aquellas palabras rítmicas invocaciones de paz. Al día siguiente, en la mesa, supo por los religiosos que, pre– cisamente aquel día, algunas familias nobles de Ascoli, que mala– mente avenidas entre sí, habían hecho las paces con alivio de toda la ciudad. La sabiduría de los santos Al estupor de los hombres que se preguntaban qué médico era aquel frailecillo sin pretensiones, él respondía con una señal de la cruz, milagrosa aún hecha a distancia. Y que no era fanatismo del pueblo ignorante y supersticioso de siempre, lo prueba el hecho de que personalidades como la del duque de Baviera, el duque de Parma, los señores Pepoli de Bolo– nia y el cardenal Bandini le enviaban cartas y hasta llegaban hasta Ascoli para hablar con él y encomendarse a sus plegarias. No obs– tante todo esto, tenía tanta humildad como para decir: «¡Fuera dig– no del purgatorio! Soy un pecador». Y, para evitar que le besen la mano o la túnica, llevará siempre en la mano un crucifijo (con– servado hoy todavía), ofreciéndolo al beso de todos. Cuando oye alabanzas por las gracias recibidas, dirá: «No me alabéis a mí, que os volverá otra vez el mal». Pasó por casi todos los conventos de Las Marcas, reclamado, invocado, disputado, sembrando por todos los sitios el trigo puro del espíritu franciscano; pero Ascoli tendrá la fortuna de tenerlo por más tiempo, experimentando los beneficios de su santidad ex– cepcional. La población le corresponderá con sin igual devoción, al menos durante dos siglos: cada casa tendrá su imagen, impresa incluso en la fachada de los edificios públicos, como emblema de nobleza religiosa; los devotos recorrerán de rodillas los últimos tres– cientos metros antes de su tumba y ayunarán la vigilia de su fiesta. En nuestros días lo escogerá como patrón y confiará al arte del pintor fray Pablo Mussini el compromiso de eternizar los hechos. No docto, aunque no propiamente analfabeto, como errónea– mente se ha creído (el padre Gerónimo de Ascoli, que vivió muchos

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