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426 «...el Señor me dio hermanos» poral; pero más tarde le fue suficiente para tener sujeta la parte inferior el sufrimiento de sus dolencias; todavía, sin embargo, la oyeron las hermanas enseñarse con sus miembros hechos pura llaga. El padecer interior, más cruel que el exterior, la acompañó des– de su ingreso en el monasterio . Durante treinta años fue acosada por horribles tentaciones contra la virtud de la fe y de la esperanza, hasta ponerla a veces al borde de la desesperación. Ella misma refi– rió en el proceso de canonización de santa Verónica cómo, siendo novicia, fue liberada por su maestra de una fortísima tentación en que llegó a ver el infierno abierto delante de sí. Otra vez, hallándo– se enferma la misma Santa, . fue a verla, presa de verdadero desva– río, y le dijo: -¿Me salvaré o no me salvaré? La Santa le mandó traer un niño Jesús, al que pidió una señal de la seguridad de la salvación de su hija espiritual. El Niño tomó con su manecita un dedo de Verónica, teniéndolo muy estrecho por espacio de una hora. Sor Florida fue a llamar a las religiosas para que presenciaran el prodigio. A duras penas se consiguió separar la mano del Niño. «Quedó en el dedo de sor Verónica -concluye sor Florida su declaración- la señal de la comprensión. Todo ello ocurrió en mi presencia». Y efectivamente, todavía hoy se conserva el milagroso Niño con su dedito encorvado, como se le vio entonces. Pero las ansiedades de la joven no terminaron. Y llegaron al punto de no poder quedarse sola de noche en su celda, por lo que intervino el confesor a fin de que fuera a dormir en la de sor Veró– nica, como lo hizo durante siete años. Las tentaciones y las ansiedades duraron hasta el año 1728, a raíz de la muerte de santa Verónica, como si ésta, ahora su protec– tora, le hubiera obtenido el don de la paz. Hacia el encuentro con el Amor Lai verdadera cruz de sor Florida fue el herpes, que como se ha dicho la hizo sufrir indeciblemente en los veinte últimos años de su yida; ella Io consideraba como un don del Señor al puesto de los fenómenos místicos corporales. Las hermanas que la cono-
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