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FLORIDA CEVOLI 417 visitar el monasterio para verla y venerar a sor Verónica. Más tar– de, cuando ella era vicaria, el Gran Duque Cosme 111, espléndido bienhechor del monasterio, se propuso fundar un convento de capu– chinas en la capitaJ de su estado, Florencia; hizo cuanto pudo para obtener que fuera como fundadora «su Cevolina», como él la lla– maba, pero halló siempre la negativa cerrada, sea por parte de sor Verónica, apoyada por la comunidad, que no se resignaba a perder a una religiosa de tanta valía, como por parte de la misma sor Florida que, en su voluntad de desapego total, se resistía a volver al ambiente social y familiar del cual se había alejado para seguir su vocación. La fundación se hizo, pero con capuchinas del monas– terio de Perusa. Veinticinco años a la guía de la comunidad El 9 de julio de 1727 la muerte ponía fin a la peregrinac1on de amor y de dolor de Verónica Giuliani. El 21 del mismo mes se celebró capítulo, en el cual fue elegida abadesa sor Florida. Nin– guna como ella, pensaron las religiosas, estaba en grado de dar con– tinuidad al magisterio y a las directivas de la santa maestra. Con sus 42 años de edad, poseía cuanto se podía desear de madurez humana, de talla espiritual y de dotes morales para ser guía y mo– delo de la numerosa comunidad. Ella, en cambio, no se sentía a la altura de semejante responsa– bilidad. Orando ante una imagen de la Virgen que tenía en su celda, le pareció entender que la misma Virgen le aseguraba que no sería elegida mientras tuviera consigo la imagen. Al exponer esta es– peranza suya al confesor, éste le dio orden de llevar al coro aque– lla imagen; así es cómo María mantuvo su palabra y ella se vio elegida. Y sería reelegida por tres trienios consecutivos (1730, 1733 y 1736); después de un trienio de reposo, fue nuevamente elegida_ en 1742 y luego reelegida otras dos veces. Y todavía en 1761, con 76 años de edad, cuando pensaba en ir preparándose «para morir como capuchina», según escribía a la abadesa del convento de Sie– na, hubo de plegarse una vez más a la voluntad de las hermanas. Apoyada en un bastoncito, logró seguir la observancia y atender

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