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416 «...el Señor me dio hermanos» A tal abadesa tal vicaria De profesa sor Florida se ejercitó en los varios servicios a la comunidad, aun los más humildes, como era uso entre las capuchi– nas: cocina, lavandería, enfermería, etc. Desempeñó, todavía joven, el importante cargo de portera o tornera. Pero el empleo en el cual la hallamos habitualmente es el de boticaria o encargada de la far– macia conventual, donde eran preparados los remedios empíricos, siempre bajo vigilancia del médico. Es posible que tuviera ya de antes alguna preparación en este ramo. Lo cierto es que a esta su especialización debe el monasterio el valioso botiquín portátil, rega– lo de la familia Medid de Florencia. El 5 de abril de 1716, después de haber obtenido de Roma la revocación de la privación de la voz pasiva, que pesaba sobre sor Verónica, ésta fue elegida abadesa; la comunidad le dio como vicaria a sor Florida, que entonces contaba 31 años de edad . Termi– nado el primer trienio, fueron reelegidas ambas para los mismos cargos; lo cual se fue repitiendo al cabo de cada trienio hasta la muerte de sor Verónica. Sor Florida será siempre la colaboradora fiel y válida de la que para ella seguirá siendo maestra más que superiora. Esta halló en su vicaria una ayuda verdaderamente preciosa, una verdadera secretaria, ante todo en el sentido etimológico del término, o sea, una confidente con quien podía compartir los «secretos de Dios», tareas que requerían un nivel cultural superior al de la Giuliani. Recibía y respondía a las cartas que le llegaban en gran número, ya que ella tenía prohibido mantener correspondencia si no era con el obispo, con el confesor y con sus hermanas cla– risas. Le transcribía largas secciones del Diario, ya sea porque se requería el duplicado, ya para una mejor presentación ortográ– fica . Y Verónica siguió ayudándola en la respuesta cada día más ge– nerosa a la acción de la gracia, dejándola caminar bajo la guía del Espíritu. En la corte de los Medid se mantenía viva la impresión dejada por Lucrezia en su visita de despedida. De manera especial le había quedado aficionada la princesa Violante, la cual, en 1714, fue a
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