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Venerable Florida Cevoli La mejor discípula de Santa Verónica Giuliani Lázaro Iriarte La condesita del corazón hecho para Dios Lucrezia, undécima de los catorce hijos de los condes Curzio Cevoli y Laura della Seta, nació en Pisa el 11 de noviembre de 1685 .' «Salió una niña agraciada, de índole despierta y de buena inteligencia», afirman quienes oyeron hablar de sus primeros años. En contraste con la precocidad mental, tardó en aprender a andar; éra gordota y no podía tenerse en pie . La condesa, su madre, lo atribuía al vicio de hacerse llevar en brazos y hacía responsable del retraso a la nodriza; pero hubo de convencerse de que la causa esta– ba en la debilidad de las piernas, que no sostenían el peso del cuerpo. Entre tantos hermanos y hermanas mayores que ella, era nor– mal que se convirtiera en el centro de atención de la noble familia y de la servidumbre. Pero a medida que Lucrezina fue adquiriendo conciencia de sí misma, se observó en ella una reacción de rechazo hacia las manifestaciones de afecto, que pudo ser interpretado como síntoma de un temperamento apático o esquivo que podía compro– meter la normalidad de las relaciones en el futuro. La realidad era que estaba naciendo en su ánimo -como ella explicará más tarde– un instinto superior que la llevaba a evitar todo apego humano y toda complacencia sensible, para poder reservar su corazón para Aquél que, ya entonces, atraía su corazón, si bien todavía a escala infantil. Sorprendía a los demás con imprevistos desplantes, que descon– certaban. Hallándose toda la familia de veraneo en su quinta de Cevoli, la turba de los hermanos organizó una comedia de títeres.
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