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ANGEL DE ACRI 391 res. Sus imploraciones más repetidas eran éstas: « Veni, o bone lesu, propitius esto mihi peccatori. In manus tuas commendo spiritum meum». Estas imploraciones o jaculatorias eran «proferidas con tal y tanta unción que en aquellos días, a causa de tan conmovedora ternura, no se hacía otra cosa que llorar en la celda». Entre plegarias, exhortaciones y visitas a los amigos, llegó el día 30, viernes. Por la mañana expiró el padre Angel, a los setenta años de edad y cuarenta y nueve de fidelidad a san Francisco en la Orden capuchina. Por tres días hubo de quedar el cadáver a disposición de los fieles, que lo querían ver, besar, tocar, rezar ... El domingo por la tarde, 1? de noviembre, fiesta de Todos los Santos, fue sepultado en la iglesia de los capuchinos, al pie del altar de la Inmaculada, al lado del evangelio. Estaba vestido de aquel santo hábito que tan" tas luchas juveniles le había costado. Como sol radiante Como todos en Calabria insistían en proclamar «santo» al padre Angel, a los cinco años de su muerte, el 10 de octubre de 1744, se dio comienzo al llamado proceso «de non cu/tu», al que siguieron los procesos ordinarios informativos de las diócesis de Bi– signano (1748-1759) y de Cosenza (1764-1769), y los procesos apos– tólicos de Cosenza (1786-1789, 1791-1792, 1793-1795) y de Bisigna– no (1793-1796). En este último proceso, el hermano fray Serafín de Santa Sofía, de sesenta y seis años, sintetizó la fama de santidad del padre Angel diciendo: «En todos los conventos en que he esta– do, o de familia o de paso con ocasión de la limosna, pues he sido limosnero, siempre se me preguntaba por el venerable Siervo de Dios, y en aquellas ocasiones cada uno se complacía en recordar algo sobre el Siervo de Dios, quién sobre sus fatigas apostólicas, quién sobre sus virtudes, quién sobre sus éxtasis, quién sobre sus milagros ... En la Orden, mis maestros y directores ... , todos me pro– ponían como modelo de imitar la vida del venerable padre Angel de Acri. Siendo tal y tanta su fama de santidad, yo soy devotísimo del Siervo de Dios y deseo su beatificación».

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