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ANGEL DE ACRI 387 no faltaba cierto sentido y ritmo poético, los redujo a una obrita intitulada Jesús Piísimo. Esta composición, que evocaba las «lau– des» de Umbría, fue publicada póstuma (Nápoles 1745; Nápoles 1853, «9~ impresión», 21 pp.; Cosenza 1858, 19 pp.). Amaba y propagaba el culto del Santísimo Sacramento, espe– cialmente la práctica de las Cuarenta Horas. Quería iglesias ricas de limpieza, de cirios, de adornos. Contrastando las teorías de Jan– senio, exhortaba a los cristianos a la comunión frecuente. Al termi– nar los cursos de misiones, exponía el Santísimo con fervorosa fies– ta y riqueza de luces y devota adoración de fieles. Un testigo ocular recuerda que la misa del padre Angel «dura– ba a veces una hora, a veces hora y media»; y otro dice haberlo visto, «después de consagrado el pan y el vino, en la última genufle– xión del cáliz, arrebatado en Dios durante un cuarto de hora, que– dar fuera de sí y extático, y luego continuar el santo sacrificio»; haberlo visto «arrebatado en éxtasis en nuestros refectorios, en el coro, en las adoraciones del Santísimo, y, al celebrar la santa misa, quedar extático por el espacio de media hora, de manera que conti– nuaba exánime en aquel mismo modo y lugar en que se hallaba... y luego, despertándose, repetía frecuentemente estas palabras: '¡Qué bello es amar a Dios'!». Fue visto «quedar en éxtasis alrededor de una hora, con la cara y las manos vueltas al cielo, especialmente cuando impartía la bendición con el Santísimo en la mano». La Virgen, principalmente contemplada en sus dolores, fue otro singularísimo amor suyo. Rosarios, oficio parvo, misas votivas, ayu– no en las vigilias de las festividades en honor de la Virgen ... , esas eran sus principales devociones a nuestra Señora; afirmaba y protes– taba deber todo a ella y esperar todo de ella. La tradición atribuye al padre Angel la donación de la imagen de la Virgen Dolorosa a la ciudad de Acri, imagen todavía hoy venerada en la iglesia de los capuchinos . Superior «con celo y caridad al mismo tiempo» Fue siempre necesario recurrir a la obediencia para que el padre Angel aceptase cargos de responsabilidad y de servicio. Fue superior de conventos, varias veces del de Acri; consejero provincial, y mi-
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