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386 « ...el Señor me dio hermanos» Iba a las cárceles para decir una buena palabra, para disponer a los presos al arrepentimiento, para animarles a aceptar la pena, para llevarles alimento, para obtener la liberación a los inocentes. Durante el trabajo apostólico, nunca dejaba de reunir a los ni– ños para enseñarles el catecismo y educarlos a la sinceridad y a la obediencia. A los señores pedía pan y vestidos para los niños pobres y, a todos, el buen ejemplo. Características devociones franciscanas El padre Angel transmitía sus predilecciones y devociones a aque– llos con quienes trataba. En 1714, en Acri, tuvo la experiencia de que una espada invisible atravesaba su corazón mientras meditaba en Jesucristo, que conoció el dolor; por esta razón, una de sus pre– ferencias era hablar de la pasión y muerte de Jesús; en esto se ase– mejaba a otro predicador capuchino de aquella tierra, padre Anto– nio de Olivadi. No dejaba el pueblo donde había predicado la cua– resma sin haber antes erigido un «Calvario»: tres cruces de madera, que debían recordar los dolores de Cristo y llamar a penitencia a los pecadores y alejados. En el proceso informativo de Cosenza un testigo depone que, cuando el padre Angel, «al final de la misión exponía la meditación de la pasión de Jesucristo, muchas veces se quedaba en éxtasis, con los ojos petrificados, lo que solía durar como un cuarto de hora». Dejó poquísimos escritos, reunidos en el correpondiente proceso de 1772-1775. Más de treinta cartas, algunas oraciones a la Virgen, oraciones y canciones en torno a la pasión del Señor, bajo el nom– bre de Reloj de la Pasión de N.S. Jesucristo. En aquel siglo, como resulta de los manuales de oratoria que conocemos, el tema preferi– do era la pasión del Señor. Se habían difundido publicaciones en las que, como si fueran otros tantos evangelistas, acompañaban a los devotos a meditar la pasión de Jesús, dispuesta para las veinti– cuatro horas del día, desde la despedida de Jesús a su madre hasta la sepultura. Uno de estos libros, del que se servía el padre Angel, era el del capuchino padre Simón de Nápoles, Reloj de la Pasión de Nuestro Señor. Para su mayor difusión, el padre Angel, a quien

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