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328 «...el Señor me dio hermanos» Antes de morir, llamando cerca de sí a sus hijas, les enseno el crucifijo, encomendando una llaga a cada una de ellas. A Ursula, la más pequeña, le correspondió la del costado. El acto dice mucho sobre la religiosidad de la familia Giuliani, donde la oración en co– mún, la armonía, el ejercicio de las obras de misericordia alimenta– ban la vida diaria. En el proceso de canonización de Verónica, al– guien añadió: «En casa de los Giuliani todas las tardes se leía la vida de un santo». Así sucedía en Mercatello, y así siguió durante los años 1669-1672 en Piacenza, donde las niñas se trasladaron con el padre que había conseguido el cargo de sobreintendente de los impuestos al servicio del duque de Parma; por último, así continuaba también en su nue– vo retorno a Mercatello. De este feliz período de su vida, Verónica recordará las travesu– ras, la bondad de las personas que le rodeaban, la tierna devoción de sus plegarias a la Virgen y al niño Jesús, las primeras atracciones a la vida religiosa, la larga y debilitante resistencia que el padre puso al cumplimiento de un ardiente voto. Francisco Giuliani había dejado que las otras cuatro hijas en– traran libremente en el monasterio, pero antes la instancia de Ursula -la más querida, la más inteligente y, en el decir de la interesada, la más mimada y viciada de las hijas- no estaba dispuesto a ceder. Quería que se quedase con él, que hiciese su familia. Pero ya Ursu– la, desde los nueve años, había hecho su elección, y le tocó al viejo alférez capitular ante su inamovible determinación. Fue así que, el 28 de octubre de 1677, todavía no cumplidos los 17 años, Ursula vistió el hábito religioso entre las capuchinas de Citta di Castello, tomando el nombre simbólico de Verónica. La escalada hacia la santidad ¿Pero de qmen ella será la «verdadera imagen», la fiel copia? El entusiasmo de Verónica, sostenido por su juventud (en el monas– terio la llamarán por largo tiempo «la niña»), no admite lugar a dudas: con todo, su voluntad aspira a ser una verdadera imagen de Cristo crucificado.

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