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BERNARDO DE OFFIDA 261 En la gloria de los beatos La larga vida de fray Bernardo se extinguió tras brevísima en– fermedad. La ligera parálisis que, de tiempo atrás le había sobreve– nido, se agravó. La erisipela que le afligía tantos años le acrecentó la fiebre. Se corrió la voz de que estaba enfermo, y comenzó una peregrinación ininterrumpida hacia el convento. Muchos pudieron visitar al venerable religioso que, con el rosario en la mano y el solideo, se preparaba al encuentro con Dios. Su corazón generoso dejó de latir al amanecer del 22 de agosto de 1694, después de ha– ber pedido y obtenido la bendición del padre guardián para irse al paraíso. El cuerpo de fray Bernardo, encerrado en caja de madera, fue sepultado en la iglesia de los capuchinos de Offida, a los tres días de su muerte. Puede parecer sorprendente el hecho de que, no obs– tante la incesante peregrinación de los fieles a su tumba, hubiera que esperar hasta 1745-1746 para instruir el proceso dioce,ano sobre la fama de santidad, virtudes y milagros. Por fortuna, inmediatamente después de la muerte, el doctor Fernando Fabiani había escrito una biografía de fray Bernardo y, en los últimos meses de 1702, el ministro provincial Miguel Angel de Ragusa, había hecho recoger los testimonios de algunos religio– sos que habían convivido con el mismo. Estas y otras memorias, muy preciosas para conocer la vida del beato, por desgracia estuvie– ron perdidas, aunque con anterioridad fueron incluidas en el proce– so diocesano de los años 1745-1746 y, en consecuencia, también en el proceso apostólico, iniciado en 1768. Fray Bernardo fue beatificado por Pío VI, el 25 de mayo de 1795. Sólo dos años más tarde, el 20 de septiembre de 1797, fue firmado el decreto para la reasumición de la causa de canonización. Mientras tanto su cuerpo sigue siendo venerado en la iglesia de los capuchinos de Offida. El 27 de agosto de 1917 se construyó en su honor una capilla especial.

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