BCCCAP00000000000000000001625
218 «...el Señor me dio hermanos» Mucho más sensible que estos infortunios fue la indigna calum– nia levantada ante el prelado contra la santa abadesa y las religiosas por obra de una mujerzuela; todo terminó con la retractación de la mal aconsejada y con el reconocimiento de la inocencia de las difamadas. Entre tanto se fueron activando las obras del convento, y el 22 de noviembre de 1654 la comunidad pudo regresar a él definiti– vamente. El último heroico desaproprio ... y la unión eterna La vida íntima de María Angela, en todo este tiempo, avanza cada vez más, a poder de purificaciones y de pesadumbres, hacia la transformación por amor. Su contemplación se hace aún más ex– plícitamente bíblica y litúrgica. Sigue meditando con amor compasi– vo en los pasos de la pasión del Señor, pero ahora su meditación es menos sujeta a la sensibilidad, más atenta a las «penas mentales» del Redentor. Se siente atraída con nueva fuerza al Amor. «Quisiera ser la más fina amante que jamás haya tenido», escribe en 1650. Por lo mismo le resultan más duras «las ausencias y soledades del amante Dios». Experimenta la presencia unitiva de continuo, junto con el «to– tal vacío de sí misma», que ella llama también «verdadera pobreza de espíritu», renunciando aun a las mercedes que el Señor le conce– de para vivir del puro amor. Su «sentido espiritual» va ganando en «sutileza», para usar su propia expresión, y en hondura. Cualquier circunstancia externa -el canto de una avecilla, unos compases de música, una letrilla devota, sobre todo un lugar de la Escritura o una verdad de fe-, es un reclamo que le hace sentir «novedad interior y alientos divi– nos». Experimenta «tientos» de la unión eterna y suspira cada vez con mayor ansia por la «seguridad de la posesión de la eterna J eru– salén». «Siento una desnudez de todo lo de acá -escribe-, como de cosas aparentes y de burla; y así estoy entre ellas como de punti– llas. ¡Ay, Señor, y cuándo será ese momento y día! ¡Ay de mí, que se me alarga este destierro mío! (Sal 119,5)».
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz