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188 «...el Señor me dio hermanos» gado, otros lo tachaban de insensato porque echaba a perder una carrera tan brillante y prometedora. El sacerdote Roy se presentó de nuevo a los capuchinos y reno– vó su petición de ser contado entre ellos. Y se hizo capuchino la mañana del 4 de octubre, fiesta de san Francisco, en la iglesia del convento de Friburgo en Brisgovia. El sacerdote doctor Marcos, ce– lebrada la misa y depuestos los ornamentos sacerdotales, recibió, de manos del padre Angel Visconti de Milán, el hábito capuchino y un nombre nuevo: fray Fidel de Sigmaringen. El austero maestro de novicios -un lombardo enviado a Suiza para defender la fe ca– tólica contra los protestantes- le glosó el compromiso de aquel nom– bre, refiriéndose a un texto del Apocalipsis: «Se fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida» (Apoc. 2,10). Compromiso de fidelidad Fray Fidel se dedicó tan de lleno a todas las virtudes, particu– larmente a las más características del espíritu franciscano y capuchi– no -humildad, pobreza, penitencia- que un compañero suyo, fray Ruperto de Fulginstatt, lo describe tan entregado a ellas que era la admiración no sólo de los novicios, sino incluso de los religiosos más avanzados en edad; estaba decidido a recuperar los treinta y cuatro años «perdidos» en el mundo, presto a superar todas las insinuaciones, dudas y tentaciones que se le echaran encima. En esta lucha, resistió «con ánimo varonil». En un escrito suyo, comenzado en los primeros días de novicios y titulado Exercitia spiritualia, puntualizó: «El año de la salvación de 1612, examiné atentamente los caminos por los que andaba y, ayudado de vuestra gracia, volví inmediatamente mis pasos al sen– dero de vuestros mandamientos, con el fin de cumplirlos. Dios mío, ayúdame para que mis promesas no resulten vanas ... Pues me com– prometí a ser fiel hasta la muerte». El propósito se convirtió en compromiso de vida, día tras día, hasta el momento del martirio. Lo comprueban otros propósitos es– tampados en las páginas de Exercitia spiritualia, que manifiestan el tono de su espiritualidad y el generoso empeño de consagrado ya desde los comienzos.
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