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184 «...el Señor me dio hermanos» Era un espíritu amante de lo bello, aficionado a la música, dies– tro tañedor de varios instrumentos. Estaba particularmente abierto a la amistad, y tenía un carácter envidiable: jovial, reservado y discreto en las conversaciones, muy cortés en el trato, brillante, vivaz y tran– quilo al mismo tiempo, siempre inalterable. Un joven con el que era un placer convivir y conversar. No le faltaban amigos. De guía por Europa En 1604, Marcos aceptó el requerimiento de la noble familia de los Stotzingen para ser instructor y preceptor particular de sus hijos. Aceptó también cuando fue invitado por el joven Juan Guillermo Stot– zingen, y por otros compañeros suyos de nobles familias alemanas, a que los acompañara en un viaje por Europa. Marcos era ya un muchacho de 22 años, deseoso de instruirse y de acercarse a nuevas gentes y diferentes culturas. Se puso en mar– cha con el pequeño grupo de jóvenes, ansiosos de encaminarse a tie– rras de sol para disfrutar de buen tiempo y entrar en contacto con las bellezas del paisaje, con monumentos famosos en la historia del arte, con la mentalidad, usos y constumbres de otros pueblos. Un viaje, por lo tanto, turístico, cultural y humano, realizado por jóvenes curiosos de conocer el mundo y abiertos a otros hombres. El viaje requería buena dosis de coraje, dados los medios de lo– comoción de aquella época. Pero los jóvenes no se arredran. Se pusie– ron en camino en 1604, decididos a visitar Italia, Francia y España, llevando a Marcos Roy como guía prudente y docto. Tenemos precisas informaciones sobre las incidencias del viaje gra– cias a uno de aquellos jóvenes, Juan Guillermo Stotzingen, que fue testigo en el proceso de Constanza para la beatificación del amigo Marcos Roy. En aquellos seis años de turismo, 1604-1610, la comitiva tuvo ocasión de aprender bien el italiano y el francés, de participar en discusiones universitarias y en círculos culturales, y de encontrar– se con maestros y profesores acreditados. Una escuela viva, más in– formadora y formadora que la que habían tenido sobre los fríos libros. El mismo Stotzingen nos pinta el comportamiento de Marcos, que
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