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FIDEL DE SJGMARINGEN 183 Fidelísimos entre los fieles eran los Roy: Juan, cuestor, cónsul y burgomaestre de la ciudad, y la esposa Genoveva Rosenberger de Tubinga, con sus seis hijos. Uno de éstos, Jorge, abrazó la vida capuchina el año 1604, con el nombre de fray Apolinar de Sigma– ringen (1584-1629). Otro de los hijos, Marcos, seguiría más tarde la misma vocación, y llegaría a la gloria de los altares con el nom– bre de san Fidel. Nació el año 1578, probablemente a principios de octubre; fue bautizado con el nombre de un evangelista: Marcos. Su nacimiento resultó bastante difícil; pero contó con una madre que estaba dis– puesta a todo con tal de cumplir con su deber. El matrimonio se desvivió para que todos sus hijos se educaran como hombres y como cristianos. En cuanto se enfrentó con los libros, Marcos demostró una su– til inteligencia y una memoria extraordinaria, tanto que, animado por sus profesores y arrastrado él mismo por el amor a la ciencia, después de la escuela elemental, emprendió con éxito el estudio de las humanidades. Marcos y sus hermanos no se vieron libres de dificultades. Cuan– do contaba 19 años, tuvo que llorar la muerte de su padre, acaecida inesperadamente el año 1597. Poco después, su madre Genoveva volvió a casarse . Marcos confesará más tarde en su testamento: «un matri– monio que no nos gustó ni a mí ni a mis hermanos, y que no llegamos a comprender» . Y sobrevino lo peor: poco después moría también la madre. La Providencia puso a los huérfanos Roy bajo el solícito cuida– do de un tutor, Gerhab, acendradamente cristiano. En la universidad de Friburgo, en Brisgovia, estudió Marcos Filo– sofía y Letras; en 1601, con 23 años, se licenciaba en Filosofía. Du– rante otros tres años se consagró al estudio del derecho civil y canóni– co. Un profesor, Andrés Zimmermann, enjuiciando al estudiante Mar– cos, no duda en afirmar que «en la ciudad y en la academia de Fri– burgo no había quien le igualase». Un compañero suyo de estudios, Juan Gaspar Kleckhler de Veldegg, dirá en el proceso informativo pa– ra la beatificación, que Marcos, con su vida intachable, con su ejem– plo y su piedad, superaba a todos los estudiantes y descollaba sobre todos sus compañeros universitarios en erudicion y sabiduría.