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182 «...el Señor me dio hermanos» los altares. Es el más joven en edad -murió a los 44 años y es también el más joven como religioso: diez años de vida capuchi– na 1612-1622. Pocos años, tanto de vida como de consagración franciscana, si lo comparamos con el santo capuchino más anciano, Ignacio de Laconi, que murió a los 80 años, en 1781, después de 60 años de vida religiosa. Ignacio de Laconi abrazó la vida capuchina a los 20 años de edad; Fidel a los 34. Pero no cuentan los años, sino la intensidad con que se viven. Benedicto XIV lo afirmó al comien– zo de la bula de canonización, Vinea electa, del 29 de junio de 1746: «Hay que decir, en verdad, que el glorioso mártir perdió la vida no tanto porque fue tronchada por el hierro de los enemigos, sino porque él mismo la había puesto en manos de Dios, como fruto maduro para el cielo». Fidel es un hijo de la provincia capuchina suiza del siglo XVII. La misma provincia produjo después otros frutos de santidad. Son dos misioneros como Fidel: el beato Apolinar de Posat (1739-1792), marti– rizado durante la revolución francesa, y el siervo de Dios Anastasio Hartmann de Altwis-Lucema (1803-1866), obispo misionero en la India. Al proclamar a Fidel «santo mártir de Cristo», Benedicto XIV precisó que lo hacía «por la vida vivida en santidad y por la muerte aceptada por la propagación de la fe católica» ( Vinea electa). Universitario de Friburgo La familia Roy, oriunda de los Países Bajos, era una de las más distinguidas de Sigmaringen, pequeña ciudad de Suabia, en la Alemania suroccidental, en la diócesis de Constanza, a 538 metros sobre el nivel del mar, lamida por las plácidas aguas del Danubio. La ciudad se ufanaba no tanto por haber sido la capital del antiguo principado de Hohenzollern-Sigmaringen, sino por haberse manteni– do siempre ~<Una ciudad católica», un oasis de fe, en una tierra recorrida por predicadores de herejías y de la reforma protestante. Mientras a su alrededor, ciudades y pueblos aceptaban la ideología de Lutero, transmitida por Calvino y Zuinglio, Sigmaringen perma– necía fiel al papa de Roma.