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BENITO DE URBINO 165 un joven educado blandamente como él; la familia Passionei se opuso porque se derrumbaban las ambiciones humanas largamente acari– ciadas; el obispo Accaramboni de Fossombrone se interpuso para sugerirle una Orden menos austera: que eligiese al menos los camal– dulenses. Marcos Passionei había nacido en la Urbino ducal, sobre el Ape– nino umbro-marquesano, ciudad rica ya de historia renacentista. El padre, Domingo Passionei, es recordado como «gentilhombre distin– guido y de los más nobles de la ciudad»; la madre, Magdalena, era de la familia genovesa de los Cibo, una de las más nobles de Italia y emparentada con la familia de la duquesa Catalina de Cibo, que había sido protectora de los capuchinos al comienzo de su re– forma . En la parentela familiar se repiten nombres de famosos per– sonajes de la época y se encuentran incluso nombres de papas, como Inocencio VIII, Alejandro VII y Clemente IX. El futuro beato Benito nació el 13 de septiembre de 1560 en Urbino, en el palacio de la familia Passionei, hoy en la calle de Santa Clara. Se le impuso el nombre de Marcos en recuerdo de un pariente suyo, Marcos Vigerio della Rovere, obispo de Seniga– llia. Era el séptimo de once hijos; entre éstos, destacará también una hermana, con el ilustre nombre de Blanca, que será monja en Santa Catalina de Urbino y morirá en olor de santidad. Familia noble por la sangre, pero mucho más por el espíritu. A la edad de cuatro años quedó huérfano de padre; cuando frisaba los siete, se le murió también la madre. La numerosa nidada de hermanos y hermanas fue conducida a Cagli, donde la familia tenía posesiones; algunos tutores se cuidaron de sus bienes y se preo– cuparon de su formación. Cuando Marcos cumplió diecisiete años -terminados ya sus es– tudios preliminares en familia, bajo la dirección de un maestro– fue enviado a Perusa a comenzar los estudios superiores junto con uno de sus hermanos mayores. A la muerte de éste, apenas un año después, fue llamado de nuevo a Cagli. Los tutores dicidieron que continuara sus estudios en Padua al año siguiente, con otros dos de sus hermanos: Guido y Benito. No lo sedujo la vida licenciosa. Hipólito Conventini, compañero inseparable de los años estudianti– les, recuerda que Marcos, aun dedicando todos los días ocho o nue-

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