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152 «...el Señor me dio hermanos» a dos estados distintos. Esto explica que en el interior de los con– ventos hubiera cierta desazón, aumentada por el hecho de que los capuchinos piemonteses, o mejor, algunos de los más exaltados, es– taban decididos a erigirse en provincia autónoma; para conseguirlo habían recurrido a su soberano Carlos Emanuel I de Saboya. Este estuvo muy decidido a apoyar la iniciativa e hizo saber a los supe– riores que en su Estado no quería saber nada de «extranjeros», es decir, frailes ligures. Pero el capítulo general de 1613 no había permitido la desmem– bración y por toda respuesta envió a san Lorenzo como visitador. Después de recorrer la provincia, dándose cuenta del problema, con– vocó capítulo provincial en Pavía para el 13 de septiembre. Los religiosos, que en su mayorían estaban por la paz y la concordia, y que habían podido admirar el equilibrio y la virtud del visitador, pensaron que era él el más capaz para gobernarlos en aquellas difí– ciles circunstancias. Y contra expresa voluntad, lo nombraron supe– rior a viva voz y casi por unanimidad. A sus protestas respondieron entonando el Te Deum. Quien no cantó el Te Deum fue el duque de Saboya. Indignado por la fallida erección de la provincia, prohibió al nuevo superior pisar su territorio y cerró la entrada a los religiosos ligures. De he– cho, durante todo el trienio, Lorenzo no pudo dirigirse allá. Esta contrariedad y otras que le ocasionaron los «independentistas» fue la cruz más pesada que tuvo que llevar durante estos años. Los habitantes de la Rivera trataron de resarcirle de esta pena; siempre y en todas partes lo acogían con manifestaciones de veneración; acu– dían en masa a escuchar su palabra, especialmente cuando predicó la cuaresma en la catedral de Génova. Por lo demás, no es de extra– ñar que la gente se apiñase en torno a un hombre a cuyo paso las gracias y portentos florecían prodigiosamente. El santo franciscano Al terminar su provincialato en la Liguria, en agosto de 1616, regresó Lorenzo a su provincia de Venecia y pudo por fin gozar de un intervalo de tranquilidad y de paz.
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