BCCCAP00000000000000000001625

148 «...el Señor me dio hermanos» Lorenzo tomó rápidamente la pluma y escribió un esbozo de respuesta, que llamó Apologeticum. Pero poco a poco el trabajo fue engrosando hasta convertirse en una refutación universal, viva y palpitante, aunque sintética, de todo el luteranismo y sus errores: la Lutheranismi hypotyposis. Trabajó activamente, y para finales de 1608 la obra estaba ya ultimada en sus líneas generales. Por desgra– cia nunca pudo darle la última mano ni llegó a imprimirla por con– tratiempos que luego veremos y por la muerte de Laiser; no quería dar la impresión de «combatir contra los muertos ni pelear contra sombras». La elaboración de su importante y genial obra, que lo tuvo ocupado varios meses, no le impidió ejercer el ministerio de la pre– dicación que por su calidad se hacía cada vez más importante. Y a la predicación añadía la obra de persuación mediante entrevistas personales y coloquios frecuentes, que sostenía con los principales personajes de la corte y de la política. Además hay que contar el nombramiento de comisario o superior de sus religiosos, en la pri– mavera de 1608. Tenía el encargo de separar de la misión los con– ventos de Stiria, erigiéndolos en comisariato independiente: el comi– sariato de Graz. Las denuncias y críticas de Lorenzo no bastaban para mover la oxidada y casi paralizada máquina del gobierno imperial. A la indolencia de Rodolfo II se contraponía el dinamismo creciente de los calvinistas que, dirigidos por el elector palatino Federico IV, se habían coaligado secretamente en la Unión evangélica. La situa– ción se tornó más grave todavía cuando en abril de 1608, el archi– duque Matías se levantó contra su hermano Rodolfo 11, obligándole a cederle las provincias de Austria y Moravia y la corona real de Hungría. Los protestantes aprovecharon la ocasión para sacar la ma– yor tajada posible, y arrancaron al archiduque concesiones cada vez más perjudiciales para la Iglesia católica. Peor todavía: muerto sin herederos el príncipe Juan Guillermo von Mark, quedaban vacantes los ducados de Jülich, Cleves y Berg. Emplazados entre Francia, Países Bajos y Alemania meridional, estos territorios se encontraban en una posición estratégica y delicada. Enrique IV, rey de Francia, estaba dispuesto a todo con tal de que no cayeran en manos de los Habsburgo; por eso daba todo su apoyo a los calvinistas.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz