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124 «...el Señor me dio hermanos» Con aquella su expresión singular «Mi corona es mi Hijo», que evocaba los iconos de la «Theótocos» de sello oriental, la que se veneraba en la tierra de Valaquia, contribuyó a impulsar el culto a la Madre de Dios, dirigiéndolo «hacia su Hijo, a su sa– crificio y amor al Padre», como lo enseñarán en nuestros días el Concilio. Tenemos una prueba ulterior en este pensamiento suyo: «Daré por los pobres hasta mis ojos, porque los pobres oran con sencillez y humildad; sus plegarias son muy gratas a la Virgen; la Señora acoge las oraciones de los pobres». Pero ésta fue la única visión y el único éxtasis de fray Je– remías. Casi de seguro debió de pedir al Señor que no le diese más. De hecho repetía con frecuencia que «no deseaba éxtasis, por– que le habrían impedido ejercitar la caridad con los hermanos, y que ejercitar la caridad con los hermanos era más que tener un éxtasis». Se inscribía así en la línea de equilibrio que la Orden capuchina había adoptado desde 1536 y que volvía a reafirmar en los últimos decenios del siglo XVI frente a la tendencia que acentuaba unilate– ralmente la vida contemplativa. Al convento de S. Efrén Nuevo, cruce de hermanos y de directrices espirituales, llegaban los ecos del misticismo predominante en las provincias flamencas y las inter– venciones de los superiores que propugnaban la unidad fuerte entre la ascética y la actividad apostólica y caritativa. La opción de fray Jeremías por el servicio del prójimo, con preferencia al éxtasis, se colocaba en ese contexto y traía un aporte constructivo a la integri– dad del carisma franciscano, esbozado junto a los leprosos del siglo XIII y rejuvenecido entre los capuchinos junto a los apestados y los hospitales de incurables ahora en el siglo XVI. La suya fue una elección en la línea maestra del franciscanis– mo: amar al Padte sacrificándose por los hermanos, siguiendo el ejemplo de Cristo. Describía su estilo de vida cuando a un joven hermano daba este consejo: «Hermano mío, no pierdas el tiempo; fatígate y cum– ple con diligencia tu oficio, porque así se sirve y se ama a Dios. Y cuando te sobre tiempo, retírate y haz oración».

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