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JOSE DE LEONESSA 109 ficiencias de Campotosto, Massa de Todi, a las Grutas de Espoleto y otros lugares, donde instituyó Montes de Piedad». Hoy nosotros no podemos entender qué significaba un depósito a disposición de los pobres en un lugarejo de Las Marcas, de Um– bría y de Abruzzo en el tardío siglo XVI. Para ellos, entonces, era la salvación del hambre. La lista del citado testigo está bien lejos de ser completa. El santo creó además Montes de Piedad o graneros en Giano, Otricoli, Villa de Pietra, Norcia y en otros sitios. El pri– mero fue el de Massa de Todi, creado particularmente «para servi– cio de las mujeres pobres». Los testimonios refieren: «El en perso– na, con otros, fue buscando por el contorno y no faltaron quienes le dieron collares, corales, pendientes, anillos, dinero, grano, hari– na, tela y otras cosas con cuyo precio hizo comprar tanto grano para prestarlo a las mujeres pobres. El hizo encomendar su gobier– no a las mujeres, a fin de que en sus necesidades pudieran recurrir con confianza· a dicho Monte de Piedad». Nótese su delicadeza al querer confiar a las mujeres la dirección de la obra. El santo precedía con el ejemplo y pagaba en propia carne: quitarse el pan de la boca para saciar a un mendigo, dar el propio manto o descoser un trozo de hábito para calentar al que tenía frío, curar enfermos, leprosos, apestados eran gestos que repetía cada vez que se presentaba la oportunidad y siempre con una conmovedora ·generosidad. Convencido de verdad de que Cristo estaba en los her– .manos necesitados pidiendo ser ayudado, se empeñó en cuerpo y alma en salir a su encuentro, creando obras y promoviendo iniciati– vas que dieran estabilidad a las ayudas a los pobres. De este modo, se preocupó de fundar hospitales y hospicios: alo– jamientos modestos, que urgían en aquel tiempo para acoger peregri– nos, enfermos y sin techo. Con la lógica de su fe les llamaba «Casas de Dios». Estas no faltaban en los centros importantes; pero en las pequeñas comarcas, donde la necesisad era aún mayor, escaseaban en absoluto. El santo los creó en Castello de Norcia, Giano, Otricoli, Castel S. Maria, Sannuchero, Macenano, Schiaggino. Con idéntica in– tención, el 1 de mayo de 1610 escribió una carta a Ranuccio I Farnese para que en su territorio, en Borghetto, hiciese levantar un hospital, que era «muy útil y necesario para tantos pobres que pasan por ahí» .
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