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90 «...el Señor me dio hermanos» Zaragoza, para el que mosén Martín García, interesado en ello co– mo aragonés, inició las gestiones ya en 1607. Se llevaría a cabo en 1614. Mayor fortuna hubo en la fundación de Gerona, solicitada asi– mismo personalmente por la fundadora. El monasterio fue erigido el 1 de mayo de 1609. Sor Catalina de Lara, sucesora de madre Serafina, escribió al obispo. «Me dice que le envíe de estas Madres las mejores: digo en Dios y en mi conciencia que no tengo que escoger, por ser todas tales que estoy confundida entre ellas ... , co– mo enseñadas de aquella nuestra santa Madre e imitadoras de tal maestra». En la fundación de Valencia la iniciativa vino del patriarca san Juan de Ribera, que con fecha 10 de agosto de 1608 había escrito a la fundadora una carta de su puño y letra expresando su deseo de tener capuchinas. La inauguración se hizo el 28 de octubre de 1609. Las fundaciones surgían y se ramificaban llenas de vitalidad, debido a la fama de vida de oración, recogimiento y austeridad de que iban acompañadas, no menos que a la talla espiritual y humana de las fundadoras, formadas en la escuela de Madre Serafina. Estado de la causa de beatificación En pocos casos se ha verificado como en Angela Serafina el requisito de fama sanctitatis, exigido para que un siervo de Dios pueda ser propuesto para el honor de los altares. Lo hemos visto ya, muy someramente, en este compendio. Las informaciones recibi– das por sor Catalina de Lara en los meses que siguieron a la muerte de la fundadora, incorporadas después al proceso, son la mejor de– mostración, lo mismo que las incontables que reunió el primer biógrafo. El obispo de Barcelona Luis Sans (1612-1620), que escribió la primera biografía, pensó en serio en la introducción de la causa. Un decreto de Urbano VIII, en 1625, retardó la publicación de la vida del padre Fons, ya preparada, y otro del mismo papa del año 1634 fue interpretado en el sentido de que no se podía iniciar el

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