BCCCAP00000000000000000001625
88 «...el Señor me dio hermanos» sin estar segura de que seguiría adelante, ya que presentía que Dios la tenía destinada para grandes cosas. Ese mismo día hubo de guardar cama por prescripción de los médicos. Lo primero que hizo fue desentenderse del gobierno del monasterio, dejando el cuidado en manos de sor Catalina de Lara, su vicaria. Quiso recibir el santo Viático, aunque la gravedad no era urgente. Luego dictó, por decirlo así, su testamento espiritual a profesas y novicias, reunidas en torno al lecho: 1?, amarse unas a otras con amor sincero; 2?, tratarse mutuamente con llaneza y candidez, sin humanos respetos y sin cortesías fingidas; 3?, ser muy humildes y mansas en sus relaciones recíprocas; 4?, obediencia a las preladas, mirándolas en lugar de Dios; 5?, que amasen muy de corazón la santa pobreza. El día 23 comulgó por última vez. Al volver del éxtasis, que siguió a esta comunión, pidió con las manos juntas al confesor mo– sén Martín García: expirar tendida sobre la dura tierra; ser enterra– da en la misma tierra, sin ataúd ni arca y, por mortaja, el hábito más viejo... , ya que quería morir y estar enterrada como verdadera . capuchina. • Llegó el día 24, víspera de Navidad. Inundada de gozo interior cantaba villancicos con las religiosas que la asistían. Al doctor Ros– sell, que la animaba a seguir viviendo, por toda respuesta le cantó la conocida letrilla: Véanle mis ojos, - dulce Jesús bueno: véanle mis ojos - muérame yo luego. Pidió, contra el parecer del médico, el sacramento de la extre– ma Unción, cuyo rito siguió activamente. A las doce del mismo día 24 de diciembre de 1608, después de ·encomendar a sus hijas al Señor, a la Virgen, a san Francisco y a santa Clara, expiró pláci– damente entre el llanto desolado de las hermanas. Su cuerpo quedó flexible y con aspecto de gran apacibilidad. Fue tal el tropel de gente que acudió, no bien se supo la noticia, que, rompiendo la reja, irrumpió en la iglesia donde acababa de ser expuesto. El desfile continuó todo el día de Navidad y el si– guiente, en que se celebró el funeral. Hubo que esperar a la noche para poder darle sepultura. Para cumplir, al menos en parte, el
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz