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94 ANSELMO DE LEGARDA Valencia, feliz ciudad, que has logrado muy dichosa la concha más prodigiosa de la mayor santidad. ¡Oh, grande felicidad, oh, dichosísima Valencia, tú que logras la influencia que en el corazón más fiero causa de este misionero la persuasiva elocuencia ! Valencia que humildemente oye sus santas misiones y recibe sus razones para vivir santamente. Valencia, que penitente quieres lavar tu conciencia por la suma reverencia que le tienes al oír, podrás fruto recibir de su virtud y su ciencia. Valencia es la que publica la fama de este varón y por su predicación a voces le santifica. Valencia es quien nos explica que de su vida ejemplar, de su virtud singular, de su caridad ardiente y de su celo ferviente ya no se podrá dudar. Valencia muy justamente le agasaja y le respeta y su ánimo no se aquieta con decirlo solamente. Valencia que eficazmente quiere su amor publicar, no rehúsa confesar que éste es varón superior. ¿Qué prueba hallaré mejor, pues, para justificar ? Valencia al mundo le ofrece en prueba de la virtud de este Padre y de la luz con que su santidad crece, el juicio que le merece y la razón que la empeña a este fin que no desdeña es sublime en predicar y manifiesta al obrar que uno y otro desempeña. Valencia, pues, hace ver el amor que se le debe a un héroe que conmueve sobre el humano entender. ¿Quién no querrá conocer que es una infalible seña de virtud nada pequeña solamente el enseñar ? Pues ¿quién lo podrá dudar viendo que obra lo que enseña ? Valencia se ha enternecido, Zaragoza se ha admirado, Madrid se ha regocijado y España se ha conmovido. Todo el mundo ha recibido su doctrina singular como el más claro ejemplar de su santa exactitud. Luego de su gran virtud no hay otra prueba que dar. Hasta aquí D. J. M. R. C. [En el tomo correspondiente a 1787, al fin de agosto, f. 58v, dice]: NOTA En este mes se vendió en casa del maestro librero don Juan Ibáñez, a la entrada de la Platería, un Cuaderno escrito por el P. Jerónimo Josef de Cabra, ex lector de Teología, calificador del Santo Oficio y actual guardián del convento de capuchinos de Córdoba, impreso en Madrid, en la oficina de don Isidoro Hernández Pacheco, calle de los Tudescos, en el cual se hacía un prolijo examen escriturístico-teológico-dogmático de las Obras del Espíritu del Sr. Melón, y de las Proposiciones de Economía

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