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92 ANSELMO DE LEGARDA A todos los abrazaba y amoroso les decía que el rosario de María en agua les recetaba. ¡Oh, receta tal que obraba siempre felicísimo efecto ! En este tercer aprieto que me pone el religioso, no diré que es milagroso, pero diré con respeto. Ya que los enfermos todos su bendición recibían, los de fuera la pidían con más impacientes modos. Pronuncian santos apodos al verle con reverencia; y, en que su suma paciencia la bendición les echaba, nada mejor se notaba que la común influencia. El que cruces no lograba, las hacía de sarmiento y del Padre al aposento a bendecir las llevaba. Al punto maravillaba, con natural advertencia, el respeto, reverencia, moción, afecto, ternura, devoción y compostura que causa común presencia. Luego los que hemos oído su predicar acertado, debemos dar por sentado que es varón esclarecido. En efecto, persuadido estoy que el sumo respeto (con esto el discurso aprieto) que en su presencia se admira y demás que en él se mira, es de superior objeto. XII. Aunque clame el libertino y moteje el más osado, aunque no le oiga el malvado, su fruto será divino. Pierde el filósofo el tino, si huye de la religión, y, aunque la persecución al Padre Diego trabaje, en fin parará el ultraje en darle reputación. Rindamos, pues, al Señor gracias vivas sin cesar, porque nos quiso enviar tan discreto embajador. Viva in aeternum su honor por el influjo divino que le rige en el camino que a la eternidad termina, y sigamos su doctrina, aunque clame el libertino. Es la senda más segura la que enseña el religioso, y, aunque el paso es más penoso, es la jornada más pura. Conduce a la criatura al fin a que se ha criado. Busquemos, pues, con cuidado camino de tanto precio, aunque mormure el más necio y moteje el más osado. Siempre fructificará simiente tan prodigiosa, la que una nube copiosa de llanto la regará. ¿Quién no se convertirá a buscar su Dios amado, a aborrecer el pecado y a tener seguro puerto ? Sí, será su fruto cierto. aunque no le oiga el malvado. Aunque la envidia maldita cruel intente obscurecer lo que en él se deja ver y la virtud que acredita, más entonces nos excita el prudente capuchino; aunque el demonio previno gran borrasca e inquietud, no estorban, no, su virtud: su fruto será divino. El que con discursos vanos perturbar la luz intenta él mismo a sí se presenta batalla en sus propias manos. Como es a fines más sanos
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