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EL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ EN ZARAGOZA 89 son la mayor conclusión al hombre más torpe y lego, al más relajado y ciego, infeliz y desdichado. ¿Quién no se siente mudado en oír al Padre Diego ? Su modo de aborrecer a nuestros tres enemigos no es necesario testigos para poderlo entender. A lo que se deja ver que la común impresión que causa en el corazón no es natural ni el hablar de que se puede causar la particular moción. ¡Oh, Zaragoza felice, a quién nuestro Dios piadoso envía este religioso para que te fertilice ! Procura no se deslice tu régimen a ilusiones, haz prudentes reflexiones de lo que ha dicho su amor, no pierdas el gran dolor que sienten los corazones. Es auxilio extraordinario el de la santa misión: pues no malogres un don que no viene de ordinario. No es cierto número vario el de las imperfecciones; número tiene en acciones y auxilios el pecador, si no oyere del Señor las eficaces razones. Toda España ha recibido su doctrina con contento y toda España (¡oh portento!) fruto raro ha percibido. Los muchos que ha convertido a la santa devoción de la continua oración en Aragón muy gozosos, son efectos prodigiosos que paran nuestra atención. La variedad de sucesos que se han experimentado desde el punto que ha llegado, son elocuentes procesos que declaran los progresos dignos de la admiración. Esta es la única razón por que aquí callo sus glorias, pues las que son más notorias son la mayor conclusión. ¡Oh, felice capuchino, que, para fertilizar la Iglesia, tu predicar el excelso Dios previno ! « Este precioso destino, os diría Dios, te entrego: marcha, ve a predicar luego por toda la cristiandad, atrayendo a la verdad al hombre más torpe y lego ». ¡Oh, sentencias penetrantes a cuya santa eficacia abren la puerta a la gracia los pecadores errantes ! ¡Oh, palabras tan amantes que al hombre de más despego infunden un santo fuego de amor y de devoción, atrayendo la razón al más relajado y ciego ! ¡Oh folice nuncio que pudo lograr tu virtud que la ilumine la luz de la más vivísima fe ! Yo, Padre mío, no sé si alguno se habrá quedado en sus culpas obstinado aun después de haberte oído; pero, si así ha sucedido, ¡infeliz y desdichado ! ¡Oh, expresiones poderosas que obran en los pecadores más obcecados y peores obras muy maravillosas ! ¡Oh, misiones prodigiosas que nuestro Dios nos ha enviado; qué prodigios han obrado en esta ciudad tan bella, pues no se halla en toda ella quien no se sienta mudado !

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