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EL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ EN ZARAGOZA 87 y si alguno venturoso su santa mano ha besado, se halla muy regocijado y se tiene por dichoso. De la Trinidad Santísima la devoción persuadía y el rosario de María, Madre de Jesús dignísima. Con caridad ardentísima el trisagio ha publicado y devoto apasionado de esta celestial canción ha quedado en la misión quien escucharle ha logrado. Para la consecución de la perdurable gloria aconseja la memoria de la acerbísima Pasión. ¡Qué objeto de admiración cuando este objeto ha tocado ! Su coraZión angustiado que en gemidos se explicaba, por los ojos desataba en raudales desatado. ¡Oh, cómo a los pecadores les hacía ver patente que son al Omnipotente de todo su bien deudores ! Declaraba los favores de Dios en la redención con tan excelsa expresión que su amoroso decir haría allí compungir al de más obstinación. Allí su amor declaraba que, siendo nuestro Señor el supremo Criador a padecer se humillaba. En llanto se desataba y su santa persuasión en esta tierna estación manifiesta tal ternura que a toda la criatura da a entender la contrición. Allí mil coloquios tiene con Jesús enternecido y su semblante llovido copioso llanto mantiene. Así con Dios se entretiene encareciendo prolijo que el Señor que nos bendijo pide queramos seguirle: todos lloran al oírle y al mirarle; aquesto es fijo. Allí por nuestra salud a Dios ruega fervoroso aconsejando animoso amor a la santa Cruz. Allí con superior luz (al contemplarlo me aflijo) teniendo el semblante fijo exhortaba a la verdad con ardiente caridad abrazado al crucifijo. Allí con afecto tierno pide a nuestro Redentor que por su muerte y amor nos retire del infierno. Que nos ponga en el cuaderno de la vida y salvación; y a nosotros contrición nos exhorta del pecado de tal modo que anegado desfallece el corazón. VIII. Que es superior su miswn, que arrebata, que confunde, que en el corazón se infunde con eficaz persuasión; que es altísima su unción sólo lo podrá dudar la libertad singular de un ligero discurrir; pues quien lo ha logrado oír ¿cómo lo podrá dudar? ¿Quién habrá tan insipiente que, al oírlo predicar, no se conmueva a buscar la absolución penitente ? Infeliz del que así siente; tema su condenación, si no hace resolución de no volver a pecar; pues no se puede dudar que es superior su misión. Su confesor le previno

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