BCCCAP00000000000000000001624
EL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ EN ZARAGOZA y explica tan claramente cualquiera dogma de fe que sin dilación se ve es su oratoria excelente. Los efectos del pecado propone para el temor, exhortando al vivo amor d~ Jesús crucificado. Lo que a Dios está obligado el pecador imprudente, amonesta sabiamente, y que detesten el vicio, por tener a Dios propicio, insinúa dulcemente. Todo vicio ha reprendido con mucho nervio y tesón y con la condenación a la culpa ha apercibido. Eficaz ha persuadido a esta feliz ciudad contra el lujo y vanidad, contra la usura, vil trato, contra todo desacato la virtud y la verdad. A la libre juventud, centro de desenvoltura, santificarla procura este apóstol andaluz. Exhórtala a la virtud y contra su liviandad persuade la castidad, reprendiendo limpiamente el vicio que le hace frente con la mayor claridad. Aunque dure su sermón dos horas, o más quizá, toda la gente se está con gran gusto y atención. Crece más la admiración en cualquier discreto oyente al verlo constantemente que prosigue en exhortar con celo más singular y estilo más convincente. V. Su voz es rayo y espada que corta y saca de quicio los fundamentos del vicio: nada se resiste, nada. El alma más relajada, ei hombre más atrevido, el sabio más engreído... No hay humana resistencia: o abandonar la conciencia o darse por convertido. Ya ha perdido Lucifer la cizaña que ha sembrado, le que soberbio ha intentado ya rabia al verlo perder. Bien se deja conocer que contra su furia airada esta virtud extremada vencerá siempre en campaña, pues contra la infernal saña su voz es rayo y espada. Es apóstol del Señor y así sus santas sentencias son a las sanas conciencias unas saetas de amor. Pero para el pecador que no llora su perjuicio, viéndose en tal precipicio, como le pone el pecado, es acero preparado que corta y saca de quicio. El hombre más estragado, en oyendo su virtud, siente una grande inquietud y está desasosegado; hasta que determinado haya ya con mejor juicio buscar de Dios el servicio y procurarle agradar deseando aniquilar los fundamentos del vicio. Los clérigos le ponderan, los religiosos le quieren, los obstinados le temen v las gentes le veneran. Y es porque en él consideran que a su virtud señalada, divinamente ensalzada, no puede haber embarazo, porque al poderoso brazo nada se resiste, nada. En oyéndole nombrar 85
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz