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84 ANSELMO DE LEGARDA en la calle le rodeaba que ni aun andar le dejaba el tumulto impertinente. Toda madama impaciente atropella el abanico y clama al capuchinico que le eche su bendición; a esta santa pretensión .:orren el pobre y el rico. Para que más sosegado fuera el Padre Capuchino, el Ilustrísimo previno tome baza Juan Soldado. Llevábalo, pues, rodeado de granaderos un pico para que a aqueste santico en el camino le libren de que el hábito le tiren fo mujer, el viejo, el chico. Aunque los soldados guían, no cesaba el alborozo, antes bien con mayor gozo al capuchino seguían. Dos mil víctores decían todos con ciega pasión: seglares, de religión, todo cura y personaje, la tropa y el paisanaje y todos sin distinción. V. Su venerable figura en tosco sayal metida, es retrato de la vida de una penitencia dura. Sublime, elocuente, pura es su oratoria excelente: insinúa dulcemente la virtud y la verdad con la mayor claridad y estilo más convincente. ¡Qué era ver en un balcón a este santo religioso exhortarnos fervoroso a perfecta contrición: cuando por la confusión toda humana criatura por oírlo se apresura confesando su desvelo que de la plaza hace cielo su venerable figura ! ¿En Zaragoza no haber templo para predicar ? Cosa es digna de admirar y no fácil de creer. Pero sí: se deja ver con prueba muy comedida, pues la plaza era medida escasa a la multitud que atrajo su gran virtud en tosco sayal metida. ¡Oh, sabio ministro, que con vuestro celo bendito conseguirá un infinito lauro vuestra grande fe ! ¡Qué claramente se ve en la ocasión referida que vuestra alma desasida de todo humano recelo en el camino del cielo es retrato de la vida ! Aquel llanto tan copioso que vierte de compasivo su afecto tan excesivo, para todos tan piadoso; aquel fervor cariñoso con que nuestro bien procura, aquella santa ternura que infunde tanto respeto, ¿quién dirá que no es efecto de una penitencia dura ? Es su doctrina admirable de todo el mundo elogiada, } de todos estimada, y para todos amable. Es, en fin, de sí loable el modo con que procura dar a toda criatura guía que al cielo encamina, infundiendo una doctrina sublime, elocuente, pura. En su sentir el oído se siente regocijado y queda muy admirado el que curioso le ha oído. Es su accionar comedido y su discurrir prudente,

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