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78 ANSELMO DE LEGARDA Día 21. - Por la tarde fue el sermón de despedida del P. Cádiz en la iglesia de San Ildefonso, donde, después de haber explicado las indul– gencias y los medios para conseguirlas, se despidió de este pueblo llorando y haciendo llorar a todos, pues le era indispensable ir a cumplir con su ministerio; que se iba muy contento de haber predicado en Zaragoza, en cuya ciudad había tenía [sic] deseos de estar desde muchacho y visitar a Nuestra Señora del Pilar, [155r] exhortándonos a la más viva devoción de este prototipo de la cristiandad; dejándonos en la memoria la oración mental, la devoción de la Santísima Trinidad, santo rosario, el cordial amor a María Santísima y la muerte y pasión de Cristo cruci– ficado. Y, por último, nos echó a todos su bendición, encargándonos rezásemos por su salud una salve y una Ave María por tres días. Y, hecho esto, se bajó del púlpito, después de haber predicado nueve cuartos de hora. El concurso de esta tarde fue el mayor, si así se puede decir, de todos. [155v] Esta noche se quedó a hacer oración el P. Cádiz en la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar. Y a las cinco de la mañana dijo misa y subió a besar su sagrada mano, ejecutando lo mismo el día 25. Día 23. - Se fue despidiendo el mismo P. Cádiz de los señores de título, canónigos y gentes de distinción, haciendo lo mismo los días inmediatos. [156rv: registra la falta de órdenes generales, la nevada que cayó casi todo el día 24; defunción de un escribano; alteraciones en los correos de Castilla y de Navarra, por el temporal; nevada en Cariñena que tapaba las cepas]. [157r] Día 29. - Se fue el P. Fr. Diego Joseph de Cádiz de esta ciudad de Zaragoza, después de haber dejado en ella bien grabada su memoria en los corazones de sus habitadores, así por el fruto de su predicación como también por sus muchas obras de caridad en las visitas de cárceles y otras innumerables. El Cabildo metropolitano le ha regalado, en señal de lo mucho que ha estimado el haber predicado en sus dos iglesias, muchas medallas de plata y otras cosas de Nuestra Señora del Pilar. Y la última visita que le hizo fue el estar de rodillas dentro de las cortinas interiores cinco cuartos de hora, besándola su sagrada mano. Y el capellán camarero, el Sr. Arcipreste de Belchite, D. Juan Azpuru, le entregó un manto de Nuestra [157v] Señora que estimó con repetidas gracias. La última noche que estuvo en esta ciudad, que fue la del 28, acudieron muchos baldados, cojos y tullidos al salón del palacio de su Ilma., adonde salió el P. Cádiz, y fue tocando a cada uno, diciéndoles algunas oraciones, y animándolos a pedir a Dios por su recobro de salud: todo, efecto de la mucha fama en su santidad y forma de vida. Finalmente, querer decirlo todo lo que pertenece a este asunto, es imposible. Y despidiéndose de su Ilma. con tiernos abrazos de amor y de hermanos, acompañado de sus capellanes, salió de esta ciudad a las siete de la mañana en compañía del P. Graus [158r] y de su donadico, habiendo estado en esta ciudad un mes y dieciséis días y predicado en ella muchos sermones.

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