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74 ANSELMO DE LEGARDA declaró que S.S. Ilma. concedía y daba toda su autoridad a todos los que tuviesen expeditas las licencias de confesar, para que pudiesen absolver en todos los casos reservados a S.S. Ilma., no reservándose ninguno; en lo que nos dio otra muestra de su grande amor hacia sus feligreses. Día 18. - Prosiguió su misión con el mismo grande concurso y ofreció al día inmediato predicar en la plaza. [138r] Día 19. Domingo. - No pudo predicar en la plaza, por haber llovido, y fue la plática en la iglesia, siendo tan grande el concurso que, a las doce del día, ya casi estaba lleno el presbiterio de mujeres, y hubo tal gritería que no se oían cantar las vísperas ni completas. No pudieron salir a incensar al magníficat, ni a la conmemoración a Nuestra Señora, lo que no se había visto ni acontecido en esta iglesia. Entró el P. Cádiz con sus granaderos y fue tanta la bulla y gritería que parecía un tumulto. Unos le besaban el hábito, otros se lo tiraban y algunos se la cortaban. A lo que el P. Cádiz les decía: Hijos, que me desnudáis. A lo que le respondieron: « Padre, el Sr. Arzobispo le hará otro». [138v] Todo, efecto de la gran santidad y vida ejemplar. Esta tarde predicó más de dos horas. [A continuación, hasta el folio 142, Casamayor registra la muerte, en Cádiz, del Excmo. Sr. D. Antonio Oliver, teniente general, natural de la ciudad de Zaragoza; traza su carrera militar, describe las magníficas exequias celebradas en Cádiz, y concluye: 142v] Circunstancias todas que, miradas con seriedad, nos recuerdan el lugar que en todas partes se merece la virtud y el mérito, y en una ocasión misma se une a un mismo tiempo la aclamación de uno y la veneración de otro. Pues en Cádiz veneran por justo y bueno al aragonés, y en Zaragoza estamos aclamando al de Cádiz por santo y virtuoso. Para que se verifique el adagio de Virtus semper vincit, absque obstaculo regnat; regnat semper virtus, obstaculumque fugit. [143r] Día 20. - Prosiguió su santa misión el P. Cádiz, con el mismo concurso; e igualmente el día 21, pues la gente siempre estaba con más ansia de oírlo. Día 22. - Por la mañana empezó sus sermones a las religiosas, yendo en este día a las de Santa Lucía y Fecetas, y siguiendo en los inmediatos todos los demás conventos. Por la tarde predicó en el Pilar, como también el 23 y 24, concluyendo esta santa misión el 25 ofreciendo predicar el día siguiente en la plaza. El concurso de las nueve tardes es inexplica– ble y mayor la ansia por verle al entrar y salir de la iglesia, que siempre es con granaderos. Reparte por su mano unas cruceticas de mimbres, que son tenidas por los fieles en mucha estimación, y unas oraciones impresas con indulgencias. El Ilmo. Sr. [143v] Arzobispo ha concurrido las diez tardes, viéndose en mucho trabajo para pasar a ocupar su sitial; pero, al mismo tiempo, muy contento de ver tal concurrencia, concediendo muchas indulgencias, confesando y comulgando para ganarlas. El mismo Sr. Arzobispo ha fijado un edicto con fecha 22 del corriente, por el cual encarga y manda a todos los fieles de esta ciudad el decoro,
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