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366 GERMÁN ZAMORA (1232-35) de Julián de Espira, más la Legenda versificata (1232-34) del sacerdote secular Enrique de Avranches 12 • Al segundo período pertenecen las « leyendas » en respuesta al capítulo general de Génova (1244) y al ministro general Crescencio de Iesi: Legenda trium sociorum (ca. 1245) - « fuente libre de toda tendencia» -, Vita secunda S. Francisci (ca. 1246-47) de Celano - « obra de grande credibilidad, merced a la fiel colaboración de testigos de vista u oído con el autor» -, y el Tractatus de miraculis (ca. 1252-54), que contiene una profunda reflexión sobre el sentido salvífico de Francisco y su orden (acerca de Celano biógrafo y, en especial, de la agudeza hermenéutica de su trilogía sanfranciscana, tan debatida por algunos, vuelve Grau en otro estudio, para concluir que « junto a los escritos del propio Francisco, son los de Celano la fuente mejor para trazar su historia y la de los comienzos de su orden») 13 . Dentro de este segundo período caen también las Legenda maior y minar de san Buenaventura, redactadas por encargo del capítulo de Narbona (1260) para lectura de refectorio y de coro, respectivamente, sancionadas por el de Pisa (1263) y declaradas por el de París (1266) versión hagiográfica oficial y única. La decisión allí tomada de destruir todas las demás legendae obedeció, verosímilmente, a factores externos e internos a la institución franciscana, en concreto, la hostilidad del clero secular y el contagio de joaquinismo. De mucho menor mérito se considera el Anonymus perusinus, datable entre la Legenda maior y el Liber de laudilJUs, de Bernardo de Besa (ca. 1279-80) y que, en el fondo, « no es otra cosa que una selecta y libre reproducción del texto de la Leyenda de los tres compañeros» 14, El tercer período, o tercera serie de fuentes, está integrado mayorita– riamente por relatos, orales en su origen, surgidos entre los pocos com– pañeros de san Francisco aún vivos al prohibirse todas las leyendas prebonaventurianas y, en particular, entre quienes rememoraban todavía, más o menos a la letra, las Vidas de Celano, tantas veces leídas en público antes de su infausta purga. Se trata de una tradición oral, desoída durante mucho tiempo por los tratadistas de la cuestión franciscana, que empezó a ser recogida por escrito en lugares diversos a comienzos del siglo XIV. Su espécimen más abigarrado en nombres y ediciones modernas es la Compilatio perusina, designación que, por más objetiva, debería genera– lizarse. Escrita en tomo a 1310-12 repite literalmente muchas perícopas de la II Cel y asimismo dos opúsculos atribuidos a Fray León (Intentio regulae y Verba S. Francisci) y el Speculum perfectionis minar (« Specu– lum Lemmens »), en el que se reitera, al igual que en todas las leyendas de este período, la fórmula « Nos qui curo eo fuimus ». La compilación de Perusa, es, por tanto, un auténtico receptáculo de la tradición oral 15 • 12 E. Grau, ib. 65s. 13 E. Grau. Tlwmas von Celano, Biograph des heiligen Franziskus van Assisi, en Cat. IV, 91-98. 14 E. Grau, Franziskusbiographie, en Cat. IV, 69-71. 15 E. Grau, ib. 71s; cf. también Raoul Manselli, Nos qui cum eo fuimus. Contributo alla questione francescana. Roma, Istituto Storico dei Cappuccini, 1980.

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