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394 GERMÁN ZAMORA y calidad, a juzgarlo por los ejemplares conocidos 81 • Su eximio desarrollo ulterior coincidirá con el de las órdenes mendicantes en su primer siglo de vida. La « mostra » de Foligno quiso dar a conocer su importancia en el cuadro de la miniatura italiana y lo mucho que debió a dominicos y franciscanos. Sin duda radica en ese destaque y valoración una de las aportaciones y novedades mayores del VIII centenario en su vertiente cultural, junto con la exhumación del documento cancilleresco y del acervo litúrgico. Por lo que atañe a los Menores, la exposición buscó situar el desarrollo de la miniatura franciscana en su propio medio, comparando obras y sucesos internos a la orden. La miniatura entra « en su horizonte cultural y artístico, cuando en aquélla prevalece la clericalización sobre los ideales iletrados » del fundador, y su estilo y contenido se franciscanizan tanto más cuanto mayor sea su dependencia de los Espirituales, alcanzando el apogeo en los últimos decenios del siglo XIII y estancándose con el cese del último ministro general favorable a los mismos - Miguel de Cesena -, para recuperar autonomía con la observancia. De la actitud del propio san Francisco respecto de la miniatura, nada se sabe, pero algo podría conjeturarse de dos indicios contrastantes: su amor al oficio divino y su aversión a la curiositas, condición ésta difícil de separar del producto miniado. Lo cierto es que, para su auge en libros y códices, se presuponía un gran desarrollo de la liturgia en su orden. Por esto quizás pudiera considerarse pequeña carta magna de la miniatura franciscana la bula Dignum existimamus, de Inocencio IV, fechada a 16 de julio de 1254, mediante la que se otorgaban a la basílica del Santo, en Asís, amplias facultades para enriquecer su ajuar litúrgico. El primer objeto mencio– nado son los libros 82 • 81 Entre éstos, el Misal de Asís, o « de san Francisco », procedente de la iglesia de San Niccolo, en la que el Santo y sus dos primeros compañeros exploraron la voluntad de Dios sobre sus vidas, abriendo tres veces al azar un libro de altar. Sobre la identidad de aquel libro y el misal de Baltimore escribe el Cat. IX 6: « Much research must be done in order to learn whether the Assisi Missal was the one that played such an important role in early Franciscan thought, but a few facts are known. The early accounts refer to a "gospelbook ", and the Walters manuscript is a missal. As such it contains gospel passages, as well as texts for the celebration of Mass. It should be noted that medieval terminology was quite fluid, however: " gospelbook " could have been used interchangeably with "missal "· The manuscript must have been made for use in the diocese of Assisi sometime between 1173 and 1228 (the legendary episode happened about 1208). An inscription clearly indicates that the book belonged to the church of San Niccolo. And while the manuscript does not contain the first passage that Francis is supposed to have found (Matthew 19:21), it does contain a similar one (Mark 10: 21) ». - Sobre la calidad de sus miniaturas: « The miniatures in the Assisi Missal are by no means richly illuminated with gold, silver, or expensive colors, as were more sumptuous manuscripts of the time. Average in quality, refreshingly direct and untutored, the images seem consistent with Francis' insistence on simplicity. Indeed, it is tempting to think that he was inspired by the images as well as the words of the Missal ». Cf. también Giovanna Bigalli, La miniatura umbra al tempo di san Francesco, en Cat. II, 304-306, y fichas analíticas, 307-309. 82 « Nos ob hoc ipsam, quam amore praecipuo prosequimur et favore, volentes prae a1ils Ordinis Fratrum Minorum Ecclesiis privilegüs, et gratiis insignire; ut eadem Ecclesia Libros, Calices, Thuribula, Cruces, Bacilia sive de auro, sive de argento, Tunicas, Dalmaticas, Planetas, et Cappas, seu Pluvialia, et quaeque indumenta, et Paramenta tam serica, quam

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