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388 GERMÁN ZAMORA tore » se le antoja a Scarpellini el afeitado personaje que arrima el hombro a la basílica lateranense). También contrasta mucho con el de Cimabue el Francisco, « sutilmente aristocrático», de Simone Martini. La prolife– ración de imágenes en el siglo XIII decreció hasta su eclipse casi total en el XIV (fragmento de Puedo Capanna, actualmente en la Pinacoteca co– munal de Asís), para no renacer hasta el advenimiento de la observancia (tablas de Hilarlo de Viterbo en la capilla de la Porciúncula, políptico de Tadeo di Bartolo para la iglesia de San Francesco al Prato en Perusa (1403) 66. Acerca de las tablas historiadas con la vida y milagros del Santo, los investigadores del arte han excogitado las hipótesis más dispares para achicar la laguna de ignorancia que las envuelve. Esas tablas responden, en buena medida, a fórmulas importadas de Bizancio, y se produjeron en gran número aproximadamente hasta el último cuarto del siglo XIII, cuando entran en escena las grandes series de murales biográficos. Sus prototipos se han perdido. En ambientes provincianos perdurarían algunas en el siglo XIV, constituyendo en ellos foco devocional y artístico. En el medio rural se habían propagado mucho tales « iconos » antes de la emi– gración de los frailes del campo a la ciudad. Si se acepta la supuesta supervi– vencia de sólo el uno por ciento de toda la pintura en madera del siglo XIII (E. B. Garrison), las tablas historiadas en cuestión serían una parte insignifi– cante del total producido. Obras de pintores, en general, desconocidos, pero de rango secundario, se ignora también su datación exacta, excepto en un par de casos (de la que existió en San Miniato al Tedesco - 1228 - y su posible derivación de Pescia - 1235 -, de Buenaventura Berlinghieri). Esta última acuñó el esquema de la primera imaginería sanfranciscana, con el doble reparto de episodios de su vida - comenzando por los dos, literal– mente emblemáticos, de la estigmatización y prédica a las aves - y milagros después de la muerte. Su trasfondo literario pudo ser 1 Cel, en tanto la tabla de la capilla Bardi está más cerca de 2 Cel y Tractatus de miraculis: en esta tabla se amplían notablemente la riqueza de episodios, que se elevan a catorce, y la acción taumatúrgica, que se extiende sobre el mar. Las maravillas atribuidas a Francisco en vida y en muerte se equilibran exactamente - cuatro por parte-, mientras que en las de Pisa y Roma lo acompañan sólo milagros póstumos. La de Asís, o del « Maestro del Tesoro», originada con toda verosimilitud e,n un taller del Sacro Convento, se distingue por el sabor y acento localistas de su ambientación. En la más tardía de Orte entran dos milagros de matiz psicológico, como son el de la transmutación del muslo de pollo en pez y su reconversión en pollo, y el de la dama romana que ve aparecer y desaparecer las llagas en 66 P. Scarpellini, ib. 93s. Una tematización polivalente del arte «franciscano» de Margarita puede verse en Florens Deuchler, Arte pavera: Zu den iiltesten Franziskus-Bildern als Zeugen eines mittelalterlichen genus pingendi, en Cat. IV, 382-386. El A. afirma la autenticidad del retrato de Subiaco, contrariamente a Scarpellini, como también la reconoce Elisabeth Vavra, !mago und Historia. Zur Entwicklung der Ikonographie des hl. Franziskus auf Tafelbildern des Duecento, en Cat. IV, 529-532 y ss.
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